jueves, 21 de febrero de 2013

Reconciliación y penitencia (C. V. II)





  Reforma del sacramento en el concilio Vaticano II. La penitencia de reconciliación
Antes del V II se notaba una actitud crítica respecto del sacramento de la penitencia. Problema pastoral: disminución de la frecuencia de la confesión en diversos estratos de los fieles. Algunas causas:
a)     Una cierta conciencia de inutilidad del sacramento, tantas veces repetido, para volver a confesar los mismos pecaos.
b)    La falta de una expresión eclesial, a nivel litúrgico, de la penitencia confesión.
c)    La reducción de la confesión a una larga lista de pecados sin llegar a detectar el o los pecados que están a la base de esos actos.
d)    La concentración en el pecado más que en la misericordia de Dios.
e)    La pobreza del rito confesión-absolución, con pérdida de expresión significativa de otros actos del penitente.
El C: V. II. No podía ignorar esta crisis. El concilio, también para la penitencia, estableció que se procediese a su reforma tanto en el plano del signo como en el del contenido significado del sacramento “que se revise el rito y las fórmulas d ela penitencia, de modo que expresen claramente la naturaleza y el efecto del sacramento (SC 72).
Como esta reforma quedó establecida en el Ritual de la penitencia (Paulo VI, Ordo paenitentiae, 2 de dic de 1973) con algunas precisiones posteriores en el Nuevo Código de Derecho Canónico y en el Catecismo de la Iglesia, el papa Juan Pablo II, presenta algunos elementos muy ricos en dos exhortaciones Apostólicas: Reconciliatio et poenitencia y Tertio Millennio Adveniente.

3.  Formas de reconciliación en la vida cristiana
¿Cuáles son las diversas maneras de vivir y de celebrar la penitencia, el perdón y la reconciliación que nos propone la Iglesia? CEC 1434-1439; Cf Am 5,24; Is 1,17; Lc 9,23
La iglesia nos propone diversas maneras de vivir y de celebrar la penitencia, el perdón y la reconciliación (ver CEC 1434-1439) donde se describen los medios cotidianos del perdón y la reconciliación que nos ofrece la Iglesia) así por ejemplo:
 La conversión se realiza en la vida cotidiana a través de gestos de reconciliación, la atención a los pobres, el ejercicio y la defesa del derecho y la justicia (Conf Am 5,24; Is 1,17), por el reconocimiento de nuestras faltas ante los hermanos, la corrección fraterna, la revisión de vida, el examen de conciencia, la dirección espiritual, la aceptación de los sufrimientos, el padecer persecución a causa de la justicia. Tomar la cruz  de cada día y seguir a Jesús es el camino más seguro de la penitencia (Cf. Lc 9,23) (CEC 1435).
Y así como son los medios que nos ayudan en el camino de la conversión son también varios los sacramentos que nos otorgan la gracia del perdón: Bautismo, la eucaristía, la penitencia, la unción... Estos medios encuentran su expresión más plena en los sacramentos del perdón y de la eucaristía y, su fuente en la gracia bautismal.
Cuáles son las formas de la penitencia interior del cristiano? (Cf Tb 12,8; Mt 6,1-18) (Cf, St 5,20), (1 P 4,8) (CEC 1434).
La penitencia interior del cristiano puede tener expresiones muy variadas. La Escritura y los padres insisten sobre todo en tres formas: ayuno, oración y limosna (Cf Tb 12,8; Mt 6,1-18) que expresan la conversión con relación a sí mismo, a Dios, a los hermanos y a las criaturas. Junto a la purificación radical operada por el bautismo o el martirio, citan, como medios de obtener el perdón de los pecados, los esfuerzos realizados por reconciliarse con el prójimo, las lágrimas de la penitencia, la preocupación por la salvación del prójimo (Cf, St 5,20), la intercesión de los Santos y la práctica de la caridad, que borra la multitud de los pecados (1 P 4,8) (CEC 1434).






RITUAL DE  LA RECONCILIACIÓN Y LA PENITENCIA
1999 (conferencia episcopal de Colombia)
INDICE
I.              El misterio de la reconciliación en la historia de la salvación
II.            La reconciliación de los penitentes en la vida de la Iglesia
III.           Oficios y ministerios en la reconciliación de los penitentes
IV.          Celebración del sacramento de la penitencia
V.           Las celebraciones penitenciales
VI.          Adaptaciones que corresponden a las conferencias episcopales y al obispo
VII.         Acomodaciones que corresponden al ministro
APENDICES
APEN. 1. Esquema para el examen de conciencia
APEN. 2. Fórmulas para la oración litánica
APEN. 3. Cánones sobre el sacramento de la reconciliación

I.              El misterio de la reconciliación
El Padre manifestó su misericordia reconciliando al mundo consigo por medio de Jesucristo, pacificando por la sangre de su cruz, lo que hay en la tierra y en los cielos.
El Hijo de Idos hecho hombre, vivió entre los hombres para librarnos de la esclavitud del pecado y llamarnos de las tinieblas a su luz admirable. Por eso, comenzó su ministerio en la tierra predicando la penitencia y diciendo “Arrepiéntanse y crean en la Buena Noticia”.
Jesús no solo exhortó a los hombres  a la penitencia sino que también acogió a los pecadores para que se reconciliaran con el Padre, curó a los enfermos, murió por nuestros pecados y resucitó para nuestra justificación, instituyó la eucaristía para la remisión de nuestros pecados, envío el Espíritu Santo sobre los apóstoles para que tuvieran el poder de perdonar los pecados o de retener los pecados.
La victoria sobre el pecado brilla con el Bautismo (un  solo bautismo para el perdón de los pecados), con la Eucaristía (en la que está presente y se ofrece como victima de nuestra reconciliación), y la penitencia (para el perdón de los pecados después del buatismo)
II.            La reconciliación de los penitentes en la vida de la Iglesia
La Iglesia es Santa y a la vez pecadora
Cristo amó a su Iglesia y se entregó por ella para santificarla, para hacerla su cuerpo y su plenitud, la colma de sus dones divinos, y por ella distribuye a todos sus dones y su gracia
Los miembros de la Iglesia están expuestos a la tentación y a caer en el pecado. Por lo cual mientras Cristo Santo, sin maldad, sin mancha, no experimentó el pecado, sino que vino para expiar los pecados del pueblo, la Iglesia santa y que a la vez necesita de purificación, al encerrar en su seno a hombres pecadores, avanza continuamente por sendas de penitencia y de renovación.
La penitencia en la vida y en la liturgia de la Iglesia
Formas de penitencia: participando en los padecimientos de Cristo mediante la paciencia, ejercitando las obras de caridad y de misericordia y conformándose al evangelio de Cristo. Con el sacramento de la penitencia los fieles se reconcilian con Dios y con la Iglesia.
La reconciliación con Dios y con la Iglesia
Mientras el pecado es ofensa a Dios, quebranta la amistad con él, la penitencia busca que amemos a Dios y nos entreguemos totalmente a él. El sacramento también implica la reconciliación con los hermanos.
El sacramento de la penitencia y sus partes
El discípulo de Cristo que después de pecar, se acerca movido por el Espíritu Santo, al sacramento de la penitencia, debe convertirse a Dios de todo corazón. Esta íntima conversión, que comprende la contrición por el pecado y el propósito de una vida nueva, se expresa por medio de la confesión hecha a la Iglesia y la debida satisfacción, junto con la enmienda de la vida. Dios a su vez concede la remisión de los pecados por medio de la Iglesia, el cual actúa por el ministerio de lo sacerdotes.
  1. Contrición
Dolor del alma y la detestación del pecado cometido con el propósito de no volver a pecar en adelante. De esta contrición de corazón depende la autenticidad de  la penitencia, por que la conversión debe afectar al hombre en lo más íntimo de su ser.
Se llama contrición al arrepentimiento nacido del puro amor a Dios; cuando el arrepentimiento proviene más bien del miedo a la condenación eterna, se llama atrición. Ambos tipos de arrepentimiento son válidos para recibir este sacramento.


  1. Confesión
Al sacramento de la penitencia pertenece la confesión de las culpas que proceden del verdadero conocimiento de sí mismo delante de Dios y de la contrición del corazón. Este íntimo examen interior y esta acusación externa  deben hacerse a la luz de la misericordia de Dios. La confesión exige, al penitente, abrir su corazón al ministro de Dios, y en este un juicio espiritual por el cual, como si fuera el mismo Cristo, pronuncia en virtud del poder de las llaves, la sentencia de la remisión o retención de los pecados.
La confesión debe ser completa, es decir, debe especificar todos los pecados en tipo y número, así como las circunstancias que modifiquen la naturaleza del pecado mismo (por ejemplo, no se considera el mismo tipo de pecado mentir a una persona cualquiera que mentir a alguien que tenga autoridad sobre la persona). Ocultar conscientemente un pecado invalida toda confesión.
  1.  Satisfacción
La satisfacción, también llamada penitencia, es una acción indicada por el sacerdote y llevada a cabo por el penitente como reparación por sus pecados.
La verdadera conversión se completa por la satisfacción de las culpas, la enmienda de la vida y la reparación del daño cometido. Las obras y la medida de la satisfacción deben adaptarse a cada penitente, para que cada uno repare el orden que ha lesionado y se cure con un remedio contrario al mal que lo aquejaba. Es necesario, que la obra que se imponga como satisfacción  sea remedio del pecado y que, de algún modo renueve la vida.
  1. Absolución
Al pecador que manifieste su conversión al ministro de la Iglesia por la confesión sacramental, Dios le concede el perdón por medio del signo de la absolución, y así llega a la plenitud del sacramento de la penitencia.
Así pues, por el sacramento de la penitencia, el Padre acoge al hijo que regresa, Cristo coloca sobre sus hombros a la oveja perdida y la devuelve al redil y el Espíritu santo habita más plenamente el Templo y lo santifica.
Con las manos extendidas sobre la cabeza del penitente, o por lo menos con la mano derecha extendida, dice:
Dios, Padre misericordioso, que, por la muerte y resurrección de su Hijo, reconcilió consigo al mundo y derramó el Espíritu Santo para el perdón de los pecados, te conceda el perdón y la paz, por el ministerio dela Iglesia.
Y yo te absuelvo de tus pecados en el nombre del Padre y del Hijo + y del Espíritu Santo. Penitente: Amén.

Necesidad y utilidad de este sacramento
Así como es diversa y múltiple la herida del pecado en la vida del so individuos y de la comunidad así es diverso el remedio que proporciona la penitencia. Aquellos que, por el pecado grave, se apartaron de la comunión con el amor de Dios, recuperan, por el sacramento de la penitencia, la vida que habían perdido; aquellos que caen en pecados veniales, pagando tributo cotidiano a su debilidad, toman fuerzas por la celebración frecuente de la penitencia, para llegar a la plana libertad de los hijos de Dios. Por consiguiente:
+  Por disposición de Dios misericordioso, para recibir el remedio saludable del Sacramento de la penitencia, el fiel debe confesar todos y cada uno de los pecados graves que recuerde, después de examinar su conciencia.
+   Además la recepción frecuente y diligente de este sacramento es muy útil contra los pecados veniales, se trata de un esfuerzo asiduo por perfeccionar la gracia del Bautismo.
La celebración de este sacramento es una acción por la cual: la Iglesia proclama su fe, da gracias a Dios por la libertad con que Cristo nos liberó y ofrece su vida como un sacrificio espiritual.
III.            Oficios y ministerios en la reconciliación de los penitentes
Misión de la comunidad en la celebración de la penitencia
L Iglesia actúa de diversas maneras: llama a la penitencia por medio de la predicación de la Palabra de Dios, intercede por los pecadores, ayuda al penitente con solicitud maternal, para que conozca y confiese sus pecados y alcance así la misericordia de Dios, la Iglesia es el instrumento más importante de la conversión y de la absolución del penitente, por el ministerio que Cristo le confió a los apóstoles y a sus sucesores.
Ministro del sacramento de la penitencia
La Iglesia ejerce el ministerio del sacramento de la penitencia por medio de los obispos y presbíteros, quienes por la predicación de la Palabra de Dios, llaman a los fieles a la conversión y les declaran e imparten el perdón de los pecados, en nombre de Cristo y por el Espíritu Santo.
En el ejercicio de este  ministerio lo presbíteros obran en comunión con el Obispo, de cuyo poder y misión participan, pues el Obispo es el moderador de la disciplina penitencial.
El ministro competente del sacramento de la penitencia es el sacerdote con facultad para absolver, según las leyes canónicas. Pero todos los sacerdotes, aún que no estén aprobados para oír confesiones, absuelven en forma válida y lícita a cualquier penitente en peligro de muerte.
Ejercicio pastoral de este ministerio
Para que el confesor pueda desempeñar su oficio recta y fielmente, debe conocer las dolencias espirituales, aplicarles los remedios convenientes y ejercer con sabiduría su ejercicio de juez, para lo cual, debe adquirir a ciencia y la prudencia necesarias, con el estudio asiduo, bajo la dirección del Magisterio de La Iglesia y sobre todo, con la oración.
El confesor debe mostrarse siempre dispuesto a escuchar las confesiones de los fieles, cuantas veces lo pidan razonablemente.
Cuando el confesor recibe al pecador penitente y lo condice a la luz de la verdad, cumple una función paternal, revela a los hombres el corazón de Dios Padre y reproduce la imagen de Cristo, buen Pastor. Debe recordar que se le ha confiado el mismo ministerio de Cristo, el cual cumplió misericordiosamente la obra de la redención.
El confesor sabiendo que, como ministro de Dios, ha conocido la conciencia secreta de su hermano, está obligado a guardar religiosamente el secreto sacramental.
El penitente
El acercarse debidamente preparado, a este remedio de salvación, instituido por Cristo y al confesar sus pecados, toma parte activa con sus actos, en el mismo sacramento que llega a plenitud con las palabras de la absolución, que el ministro pronuncia en nombre de Cristo.
IV.          Celebración del sacramento de la penitencia
Lugar de la celebración
El lugar ordinario para la Confesión es el Confesionario. Solo se puede oír confesiones fuera del mismo por justa causa, y debe quedar a salvo el derecho del fiel a mantener su anonimato (mediante el uso de las rejillas usuales en los confesionarios) c 991.
Tiempo de la celebración
Cualquier día y a cualquier hora. Es necesario disponer de días especiales. El tiempo de cuaresma es el tiempo apropiado para la celebración del sacramento.
Vestiduras litúrgicas
Estola morada. Color penitencial.


Reconciliación de un solo penitente
Reconciliación de varios penitentes con confesión y absolución individual
Reconciliación de varios penitentes con confesión y absolución general
+ Preparación del sacerdote y del penitente: oración. Sacerdote: invocación del E.S. para recibir la luz y la caridad. Penitente: confrontará su vida con el ejemplo y los mandamientos de Cristo y rogará a Dios que le perdone sus pecados.
+ Acogida del penitente: con amor fraterno, saludo. Penitente: se santigua. El sacerdote puede hacer lo mismo al tiempo con el penitente. El sacerdote invita al penitente a la confianza en Dios. Penitente: decir cuando fue su ultima confesión, sus dificultades para llevar una vida cristiana.
+ Lectura de la Palabra de Dios: por el sacerdote o el penitente, puede ser como preparación del penitente.
+ Confesión de los pecados y aceptación de la satisfacción: El sacerdote lo ayudará a hacer una confesión íntegra, lo exhortará  a un sincero arrepentimiento, lo ayudará con oportunos consejos, si es necesario lo instruirá en sus deberes cristianos.
Si el penitente fue causa de daño o de escándalo, el confesor lo exhortará a que prometa una debida reparación. Imposición de la satisfacción como expiación de los pecados pasados, ayuda para la nueva vida y remedio de la debilidad del penitente, debe corresponder en cuanto sea posible a la gravedad y naturaleza de los pecados. La satisfacción se ejercitará, según la oportunidad con la oración y con la abnegación de sí mismo, principalmente por el servicio al prójimo y por las obras de misericordia.
+  Oración del penitente y absolución del penitente: Oración: “Jesús mi Señor y redentor” u otra oración de la S.E. que manifieste la contrición y el propósito de llevar una vida nueva. Después, el sacerdote extiende sus manos o al menos la derecha sobre el penitente y pronuncia la oración de absolución, trazando la señal de la cruz sobre el penitente.
+  Alabanza a Dios y despedida del penitente: el penitente proclama la misericordia de Dios y le da gracias a Dios con una breve oración. El sacerdote lo despide en la paz de Cristo.
Rito Breve
Cuando lo aconseje la necesidad pastoral, se pueden omitir o abreviar algunas partes del rito. Siempre deben observarse: la confesión de los  pecados y la aceptación de la satisfacción, la invitación a la contrición y las fórmulas de la absolución y la despedida. Pero si es inminente el peligro de muerte, basta que el sacerdote diga las palabras esenciales de la absolución: Yo te absuelvo de tus pecados en el nombre del Padre y del Hijo + y del Espíritu Santo.

Cuando varios penitentes se reúnen para recibir la reconciliación sacramental, conviene que se preparen a ella con la celebración de la Palabra de Dios. Pueden participar otros fieles que se acercarán al sacramento en otra ocasión.
Manifiesta la naturaleza eclesial de la penitencia. Oyen juntos la P-D. Se ayudan con la oración recíproca, todos alaban a Dios. Procurar la presencia de varios sacerdotes.
+ Ritos iniciales: canto, saludo del sacerdote, él u otro ministro los introduce en la celebración e ilustra sobre el desarrollo de la misma. Invitación a orar, silencio, oración.
Liturgia de la palabra
+ Celebración de la P-D: una o varias lecturas (separadas por un salmo) o canto apropiado, o por un espacio de silencio. Si se hace solo una lectura conviene tomarla del Evangelio.
Homilía: punto de partida un texto de la S. E. conducirá a los penitentes al examen de conciencia, al odio al pecado, y a la conversión a Dios. El pecado actúa contra Dios, contra la comunidad, contra el prójimo, contra el pecador. Debe recordarse los siguientes puntos: 1. La infinita misericordia de Dios. 2. La necesidad de  la penitencia interior. 3. El aspecto social dela gracia y del pecado. 4. La obra de nuestra satisfacción.
+ Silencio  para favorecer el examen de conciencia y la contrición.
+ Examen de conciencia
Liturgia del sacramento
+ Confesión general de los pecados: de rodillas o inclinados se recita la fórmula de confesión general (“yo confieso) u otra. De pie: Oración litánica o un canto, que exprese la confesión de los pecados, la contrición del corazón, la petición del perdón, la confianza en la misericordia de Dios. Al final: oración dominical que nunca se omitirá.
+ Confesión y Absolución individual, absolución con la fórmula que se emplea para reconciliar a un solo penitente.
+ Alabanza a Dios por su misericordia: con un salmo, un himno, oración litánica. Oración.
+ Oración final de acción de gracias
+ Rito de conclusión: Bendición

Rito de entrada
+ Canto, + saludo, + invitación a la oración, + oración.
Liturgia de la Palabra:
+ Lecturas (1,2,3)
+ Homilía y monición: examinar la conciencia y renovar la vida. En o después amonestación a quienes deseen recibir la absolución general para que se preparen convenientemente con el arrepentimiento de sus pecados, con el propósito de evitarlos en el futuro y de reparar el daño y el escándalo, el propósito de confesar, individualmente, en el tiempo oportuno, los pecados graves que ahora no puede confesar. Se pondrá una obra de penitencia, que todos deberán cumplir.
Liturgia del sacramento:
+ Confesión general de los pecados: Quienes deseen recibir la confesión se ponen de rodillas, se inclinan y recitan la fórmula de la confesión general “Yo confieso”, luego de pie se hace una oración litánica o un canto apropiado, luego la oración dominical (Todos), que nunca deberá omitirse.
+ Recitación de la confesión general:
+ Invitación  a los penitentes que deseen recibir la absolución a que manifiesten este deseo con alguna señal (inclinando la cabeza o poniéndose de rodillas (recitación de la confesión general “yo confieso”
+ Oración litanica o canto.
+ Oración dominical
+Absolución general: con las manos extendidas: “Dios Padre que no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva, que nos amó primero y envió  a su hijo al mundo para que el mundo se salve por él, les manifieste su misericordia y les conceda la paz”… y yo los absuelvo de sus pecados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. O la fórmula  de  un solo penitente.
+ Alabanza a Dios por su misericordia: salmo, cantico, cántico de la S. V: María.
Rito de conclusión
Rito breve: En caso de urgencia, puede abreviarse el rito: + Lectura de la S.E. + exhortación a los penitentes al arrepentimiento, + se propone una obra de penitencia como satisfacción, recitación de la confesión general (yo confieso), + inmediatamente el sacerdote imparte la absolución con una de las dos fórmulas indicadas en el rito ordinario. En inminente peligro de muerte, basta que el sacerdote diga la fórmula de la absolución, que puede incluso abreviarse del modo siguiente: “yo los absuelvo de sus pecados en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. R. Amén.


V.           Las celebraciones penitenciales
Naturaleza y estructura
La s celebraciones penitenciales son reuniones del pueblo de Dios para escuchar su palabra que nos invita a la conversión y a la renovación de la vida y, a la vez proclama la liberación de nuestro pecado por la muerte y resurrección de Cristo. Su estructura es la que se acostumbra a las celebraciones de la P-D, (como se propone en el rito para la reconciliación de varios penitentes.
Utilidad e importancia
Son muy útiles para mover a la conversión y a la purificación del corazón. No confundirla con la celebración del sacramento de la penitencia.

Conviene realizar estas celebraciones penitenciales, sobre todo:
a)    Para fomentar en la comunidad cristiana el espíritu de penitencia.
b)    Para ayudar a los fieles a preparar la confesión que cada uno hará después, en el momento oportuno;
c)    Para educar a los niños, para que gradualmente, adquieran conciencia de lo que significa el pecado en la vida humana y de la liberación de él por Cristo;
d)    Para ayudar a los catecúmenos en su conversión.
Son muy importantes allí donde no hay sacerdote que imparta la absolución sacramental, ayudan q engendrar una contrición perfecta.
VI.          Adaptaciones que corresponden a las conferencias episcopales y a los obispos
Corresponde a las conferencias episcopales traducir  la edición típica  latina de esta” ordenación de la penitencia” y apartarla a las necesidades y características locales, para que una vez aprobadas sus decisiones por la Sede Apostólica, dicha ordenación sea utilizada en las respectivas regiones.
Corresponde a las conferencias episcopales:
A)   Establecer las normas sobre la disciplina del sacramento de la penitencia, principalmente en lo que se refiere al ministerio de los sacerdotes y a los pecados reservados;
B)   Determinar con mayor precisión las normas a cerca del lugar adecuado para la celebración ordinaria del sacramento de la penitencia y acerca dela señal exterior que deben hacer los fieles que desean recibir la absolución general;
C)   Preparar las versiones de los textos nuevos para las oraciones tanto de los fieles como del ministro, dejando intacta la fórmula sacramental;
Corresponde al obispo diocesano:
a)    Dirigir en su diócesis la disciplina sacramental, incluso mediante oportunas adaptaciones de los ritos, según las normas propuestas en la conferencia episcopal;
b)    Determinar, en diálogo con los miembros de la conferencia episcopal cuando sea lícito impartir la absolución  sacramental general, según las condiciones establecidas por la Santa Sede.


VII.         Acomodaciones que corresponden al ministro
Corresponde a los ministros, sobre todo a los párrocos:
a)    Adaptar el rito de la reconciliación, tanto individual como comunitaria, a las circunstancias concretas de los penitentes, manteniendo la estructura esencial y la fórmula íntegra de la absolución (por motivos pastorales puede omitir o ampliar algunas partes), escoger los textos de las oraciones o de las lecturas, buscar el lugar más adecuado para la celebración – conforme a las normas establecidas por las conferencias episcopales- de manera que toda la celebración resulte más rica y provechosa;
b)    Proponer y preparar durante el año, sobre todo en tiempo de cuaresma, algunas celebraciones penitenciales;
c)    En caso de grave necesidad, no previsto por el obispo diocesano, y cuando no se puede recurrir a él, decidir sobre la absolución colectiva de los penitentes, con la sola confesión general. Sin embargo está obligado a informar cuanto antes al mismo ordinario acerca de dicha necesidad y de la absolución impartida.


















Atar - Desatar
Mt 16,18-19 . v 18 “y Yo a mi vez te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. V.19 A ti te daré las llaves del Reino de los cielos, y lo que  ates en la tierra quedará atado en los cielos y lo que desates en la tierra quedará atado en los cielos.”
v. 18b.  Iglesia: Mt 4,17 comunidad escatológica que comenzará ya  aquí en la tierra con una sociedad organizada, cuyo jefe instituye Jesús (Hch 5,11).
v. 18c.  Hades: (Hbr. Seol) lugar de los muertos (Nm 16,33) aquí sus puertas personificadas evocan las potencias del mal que, tras haber arrastrado a los hombres a la muerte del pecado, los encadenan definitivamente a la muerte eterna. A imitación de su maestro, muerto, “descendió” a los infiernos, 1 P 3,19, y resucitado Hch 2, 27.31 la misión de la Iglesia será la de arrancar a los elegidos al imperio de la muerte, temporal y, sobre todo eterna, para hacerles entrar al Reino de los Cielos (Cl 1,3; 1 Cor 15,26).
16,19  al igual que la ciudad de la muerte, también la ciudad de Dios tiene puertas que no deja entrar más que a los dignos de ella (Mt 23,13). Pedro recibe sus llaves. A él le corresponderá abrir o cerrar el acceso al Reino de los Cielos por medio de la Iglesia.
          “Atar y das atar” son dos términos técnicos del lenguaje rabínico que se aplicaba: al campo disciplinar de la excomunión a la que se “condena” (atar) o de la que se “absuelve” (desatar) a alguien y ulteriormente a las decisiones doctrinales o jurídicas, con el sentido de “prohibir” (atar) o “permitir” (desatar). Pedro como mayordomo  (cuyo distintivo son las llaves Is 22,22 de la casa de Dios, ejercerá el poder disciplinar de admitir o excluir a quien le parezca bien, y administrará a toda la comunidad por medio de todas las decisiones oportunas en materia de doctrina y de moral. Sentencias y decisiones serán ratificadas por Dios desde lo alto de los cielos.
Excomunión: se “condena” (atar); “absuelve” (desatar).
Decisiones doctrinales o jurídicas, con el sentido de “prohibir” (atar) o “permitir” (desatar).
Pedro como mayordomo  (cuyo distintivo son las llaves Is 22,22 de la casa de Dios, ejercerá el poder disciplinar de admitir o excluir a quien le parezca bien.
          La exégesis católica sostiene que estas promesas no valen solo para la persona de Pedro sino también para sus sucesores.
          Lc 22,31s y Jn 21,15s, subrayarán que el primado de Pedro se ha de ejercer especialmente en el orden de la fe, que aquél le hace cabeza, no solo de la Iglesia futura, sino ya ahora de los demás apóstoles.
Mt 18,18Las palabras “atar” y “desatar” eran populares entre los rabinos de la época y equivalían a “prohibir” y “permitir”; en Mateo 18 equivalen a “disciplinar” y “restaurar”. Aquel miembro de la iglesia que persiste en pecar debe ser separado (atado) de la congregación (1 Cor. 5:5), para luego en amor ser conducido al arrepentimiento y por consiguiente ser restaurado (desatado) Gálatas 6:1. Como vemos, los demonios, las enfermedades y la pobreza son totalmente ajenos al contexto.