4º Reforma
del sacramento en el concilio Vaticano II. La penitencia de reconciliación
Antes del V II se notaba
una actitud crítica respecto del sacramento de la penitencia. Problema
pastoral: disminución de la frecuencia de la confesión en diversos estratos de
los fieles. Algunas causas:
a) Una cierta conciencia de inutilidad del
sacramento, tantas veces repetido, para volver a confesar los mismos pecaos.
b) La
falta de una expresión eclesial, a nivel litúrgico, de la penitencia confesión.
c) La
reducción de la confesión a una larga lista de pecados sin llegar a detectar el
o los pecados que están a la base de esos actos.
d) La
concentración en el pecado más que en la misericordia de Dios.
e) La
pobreza del rito confesión-absolución, con pérdida de expresión significativa
de otros actos del penitente.
El C: V. II. No podía
ignorar esta crisis. El concilio, también para la penitencia, estableció que se
procediese a su reforma tanto en el plano del signo como en el del contenido
significado del sacramento “que se revise el rito y las fórmulas d ela
penitencia, de modo que expresen claramente la naturaleza y el efecto del sacramento
(SC 72).
Como esta reforma
quedó establecida en el Ritual de la penitencia (Paulo VI, Ordo paenitentiae, 2 de dic de 1973) con algunas precisiones posteriores
en el Nuevo Código de Derecho Canónico y en el Catecismo de la Iglesia, el papa
Juan Pablo II, presenta algunos elementos muy ricos en dos exhortaciones
Apostólicas: Reconciliatio et poenitencia
y Tertio Millennio Adveniente.
3. Formas de
reconciliación en la vida cristiana
¿Cuáles son las
diversas maneras de vivir y de celebrar la penitencia, el perdón y la
reconciliación que nos propone la Iglesia? CEC 1434-1439; Cf Am 5,24; Is 1,17; Lc 9,23
La iglesia nos
propone diversas maneras de vivir y de celebrar la penitencia, el perdón y la
reconciliación (ver CEC 1434-1439) donde se describen los medios cotidianos del
perdón y la reconciliación que nos ofrece la Iglesia) así por ejemplo:
La
conversión se realiza en la vida cotidiana a través de gestos de reconciliación,
la atención a los pobres, el ejercicio y la defesa del derecho y la justicia
(Conf Am 5,24; Is 1,17), por el reconocimiento de nuestras faltas ante los
hermanos, la corrección fraterna, la revisión de vida, el examen de conciencia,
la dirección espiritual, la aceptación de los sufrimientos, el padecer
persecución a causa de la justicia. Tomar la cruz de cada día y seguir a Jesús es el camino más
seguro de la penitencia (Cf. Lc 9,23) (CEC 1435).
Y así como son los
medios que nos ayudan en el camino de la conversión son también varios los
sacramentos que nos otorgan la gracia del perdón: Bautismo, la eucaristía, la
penitencia, la unción... Estos medios encuentran su expresión más plena en los
sacramentos del perdón y de la eucaristía y, su fuente en la gracia bautismal.
Cuáles son las formas de la penitencia interior del
cristiano? (Cf Tb 12,8; Mt 6,1-18) (Cf, St 5,20), (1 P 4,8) (CEC
1434).
La
penitencia interior del cristiano puede tener expresiones muy variadas. La
Escritura y los padres insisten sobre todo en tres formas: ayuno, oración y
limosna (Cf Tb 12,8; Mt 6,1-18) que expresan la conversión con relación a sí
mismo, a Dios, a los hermanos y a las criaturas. Junto a la purificación
radical operada por el bautismo o el martirio, citan, como medios de obtener el
perdón de los pecados, los esfuerzos realizados por reconciliarse con el
prójimo, las lágrimas de la penitencia, la preocupación por la salvación del
prójimo (Cf, St 5,20), la intercesión de los Santos y la práctica de la
caridad, que borra la multitud de los pecados (1 P 4,8) (CEC 1434).
RITUAL DE LA
RECONCILIACIÓN Y LA PENITENCIA
1999 (conferencia episcopal de Colombia)
INDICE
I.
El misterio de la
reconciliación en la historia de la salvación
II.
La reconciliación de los
penitentes en la vida de la Iglesia
III.
Oficios y ministerios en la
reconciliación de los penitentes
IV.
Celebración del sacramento
de la penitencia
V.
Las celebraciones
penitenciales
VI.
Adaptaciones que
corresponden a las conferencias episcopales y al obispo
VII.
Acomodaciones que
corresponden al ministro
APENDICES
APEN. 1. Esquema para
el examen de conciencia
APEN. 2. Fórmulas para
la oración litánica
APEN. 3. Cánones
sobre el sacramento de la reconciliación
I.
El
misterio de la reconciliación
El Padre manifestó su
misericordia reconciliando al mundo consigo por medio de Jesucristo,
pacificando por la sangre de su cruz, lo que hay en la tierra y en los cielos.
El Hijo de Idos hecho
hombre, vivió entre los hombres para librarnos de la esclavitud del pecado y
llamarnos de las tinieblas a su luz admirable. Por eso, comenzó su ministerio
en la tierra predicando la penitencia y diciendo “Arrepiéntanse y crean en la
Buena Noticia”.
Jesús no solo exhortó
a los hombres a la penitencia sino que
también acogió a los pecadores para que se reconciliaran con el Padre, curó a
los enfermos, murió por nuestros pecados y resucitó para nuestra justificación,
instituyó la eucaristía para la remisión de nuestros pecados, envío el Espíritu
Santo sobre los apóstoles para que tuvieran el poder de perdonar los pecados o
de retener los pecados.
La victoria sobre el
pecado brilla con el Bautismo (un solo
bautismo para el perdón de los pecados), con la Eucaristía (en la que está
presente y se ofrece como victima de nuestra reconciliación), y la penitencia
(para el perdón de los pecados después del buatismo)
II.
La
reconciliación de los penitentes en la vida de la Iglesia
La Iglesia es Santa y
a la vez pecadora
Cristo amó a su
Iglesia y se entregó por ella para santificarla, para hacerla su cuerpo y su
plenitud, la colma de sus dones divinos, y por ella distribuye a todos sus
dones y su gracia
Los miembros de la Iglesia
están expuestos a la tentación y a caer en el pecado. Por lo cual mientras
Cristo Santo, sin maldad, sin mancha, no experimentó el pecado, sino que vino
para expiar los pecados del pueblo, la Iglesia santa y que a la vez necesita de
purificación, al encerrar en su seno a hombres pecadores, avanza continuamente
por sendas de penitencia y de renovación.
La penitencia en la
vida y en la liturgia de la Iglesia
Formas de penitencia:
participando en los padecimientos de Cristo mediante la paciencia, ejercitando
las obras de caridad y de misericordia y conformándose al evangelio de Cristo.
Con el sacramento de la penitencia los fieles se reconcilian con Dios y con la
Iglesia.
La reconciliación con
Dios y con la Iglesia
Mientras el pecado es
ofensa a Dios, quebranta la amistad con él, la penitencia busca que amemos a
Dios y nos entreguemos totalmente a él. El sacramento también implica la
reconciliación con los hermanos.
El sacramento de la
penitencia y sus partes
El discípulo de
Cristo que después de pecar, se acerca movido por el Espíritu Santo, al
sacramento de la penitencia, debe convertirse a Dios de todo corazón. Esta
íntima conversión, que comprende la contrición por el pecado y el propósito de
una vida nueva, se expresa por medio de la confesión hecha a la Iglesia y la
debida satisfacción, junto con la enmienda de la vida. Dios a su vez concede la
remisión de los pecados por medio de la Iglesia, el cual actúa por el
ministerio de lo sacerdotes.
- Contrición
Dolor del alma y la detestación
del pecado cometido con el propósito de no volver a pecar en adelante. De esta
contrición de corazón depende la autenticidad de la penitencia, por que la conversión debe
afectar al hombre en lo más íntimo de su ser.
Se llama contrición
al arrepentimiento nacido del puro amor a Dios; cuando el arrepentimiento
proviene más bien del miedo a la condenación eterna, se llama atrición. Ambos
tipos de arrepentimiento son válidos para recibir este sacramento.
- Confesión
Al sacramento de la
penitencia pertenece la confesión de las culpas que proceden del verdadero
conocimiento de sí mismo delante de Dios y de la contrición del corazón. Este
íntimo examen interior y esta acusación externa
deben hacerse a la luz de la misericordia de Dios. La confesión exige,
al penitente, abrir su corazón al ministro de Dios, y en este un juicio
espiritual por el cual, como si fuera el mismo Cristo, pronuncia en virtud del
poder de las llaves, la sentencia de la remisión o retención de los pecados.
La confesión debe ser
completa, es decir, debe especificar todos los pecados en tipo y número, así
como las circunstancias que modifiquen la naturaleza del pecado mismo (por
ejemplo, no se considera el mismo tipo de pecado mentir a una persona
cualquiera que mentir a alguien que tenga autoridad sobre la persona). Ocultar
conscientemente un pecado invalida toda confesión.
- Satisfacción
La satisfacción,
también llamada penitencia, es una acción indicada por el sacerdote y llevada a
cabo por el penitente como reparación por sus pecados.
La verdadera
conversión se completa por la satisfacción de las culpas, la enmienda de la
vida y la reparación del daño cometido. Las obras y la medida de la
satisfacción deben adaptarse a cada penitente, para que cada uno repare el
orden que ha lesionado y se cure con un remedio contrario al mal que lo
aquejaba. Es necesario, que la obra que se imponga como satisfacción sea remedio del pecado y que, de algún modo
renueve la vida.
- Absolución
Al pecador que
manifieste su conversión al ministro de la Iglesia por la confesión sacramental,
Dios le concede el perdón por medio del signo de la absolución, y así llega a
la plenitud del sacramento de la penitencia.
Así pues, por el
sacramento de la penitencia, el Padre acoge al hijo que regresa, Cristo coloca
sobre sus hombros a la oveja perdida y la devuelve al redil y el Espíritu santo
habita más plenamente el Templo y lo santifica.
Con las manos
extendidas sobre la cabeza del penitente, o por lo menos con la mano derecha
extendida, dice:
Dios, Padre misericordioso, que, por la muerte y resurrección
de su Hijo, reconcilió consigo al mundo y derramó el Espíritu Santo para el
perdón de los pecados, te conceda el perdón y la paz, por el ministerio dela
Iglesia.
Y yo te absuelvo de tus pecados en el nombre del Padre y
del Hijo + y del Espíritu Santo. Penitente: Amén.
Necesidad y utilidad de este sacramento
Así como es diversa y
múltiple la herida del pecado en la vida del so individuos y de la comunidad
así es diverso el remedio que proporciona la penitencia. Aquellos que, por el
pecado grave, se apartaron de la comunión con el amor de Dios, recuperan, por
el sacramento de la penitencia, la vida que habían perdido; aquellos que caen
en pecados veniales, pagando tributo cotidiano a su debilidad, toman fuerzas
por la celebración frecuente de la penitencia, para llegar a la plana libertad
de los hijos de Dios. Por consiguiente:
+ Por disposición de Dios misericordioso, para
recibir el remedio saludable del Sacramento de la penitencia, el fiel debe
confesar todos y cada uno de los pecados graves que recuerde, después de
examinar su conciencia.
+ Además la recepción frecuente y diligente de
este sacramento es muy útil contra los pecados veniales, se trata de un
esfuerzo asiduo por perfeccionar la gracia del Bautismo.
La celebración de
este sacramento es una acción por la cual: la Iglesia proclama su fe, da
gracias a Dios por la libertad con que Cristo nos liberó y ofrece su vida como
un sacrificio espiritual.
III.
Oficios y ministerios en la reconciliación de
los penitentes
Misión de la
comunidad en la celebración de la penitencia
L Iglesia actúa de
diversas maneras: llama a la penitencia por medio de la predicación de la
Palabra de Dios, intercede por los pecadores, ayuda al penitente con solicitud
maternal, para que conozca y confiese sus pecados y alcance así la misericordia
de Dios, la Iglesia es el instrumento más importante de la conversión y de la
absolución del penitente, por el ministerio que Cristo le confió a los
apóstoles y a sus sucesores.
Ministro del
sacramento de la penitencia
La Iglesia ejerce el
ministerio del sacramento de la penitencia por medio de los obispos y
presbíteros, quienes por la predicación de la Palabra de Dios, llaman a los
fieles a la conversión y les declaran e imparten el perdón de los pecados, en
nombre de Cristo y por el Espíritu Santo.
En el ejercicio de
este ministerio lo presbíteros obran en
comunión con el Obispo, de cuyo poder y misión participan, pues el Obispo es el
moderador de la disciplina penitencial.
El ministro
competente del sacramento de la penitencia es el sacerdote con facultad para
absolver, según las leyes canónicas. Pero todos los sacerdotes, aún que no
estén aprobados para oír confesiones, absuelven en forma válida y lícita a
cualquier penitente en peligro de muerte.
Ejercicio pastoral de
este ministerio
Para que el confesor
pueda desempeñar su oficio recta y fielmente, debe conocer las dolencias
espirituales, aplicarles los remedios convenientes y ejercer con sabiduría su
ejercicio de juez, para lo cual, debe adquirir a ciencia y la prudencia
necesarias, con el estudio asiduo, bajo la dirección del Magisterio de La
Iglesia y sobre todo, con la oración.
El confesor debe
mostrarse siempre dispuesto a escuchar las confesiones de los fieles, cuantas
veces lo pidan razonablemente.
Cuando el confesor
recibe al pecador penitente y lo condice a la luz de la verdad, cumple una
función paternal, revela a los hombres el corazón de Dios Padre y reproduce la
imagen de Cristo, buen Pastor. Debe recordar que se le ha confiado el mismo
ministerio de Cristo, el cual cumplió misericordiosamente la obra de la
redención.
El confesor sabiendo
que, como ministro de Dios, ha conocido la conciencia secreta de su hermano,
está obligado a guardar religiosamente el secreto sacramental.
El penitente
El acercarse
debidamente preparado, a este remedio de salvación, instituido por Cristo y al
confesar sus pecados, toma parte activa con sus actos, en el mismo sacramento
que llega a plenitud con las palabras de la absolución, que el ministro
pronuncia en nombre de Cristo.
IV.
Celebración
del sacramento de la penitencia
Lugar de la
celebración
El lugar ordinario
para la Confesión es el Confesionario. Solo se puede oír confesiones fuera del
mismo por justa causa, y debe quedar a salvo el derecho del fiel a mantener su
anonimato (mediante el uso de las rejillas usuales en los confesionarios) c
991.
Tiempo de la celebración
Cualquier día y a
cualquier hora. Es necesario disponer de días especiales. El tiempo de cuaresma
es el tiempo apropiado para la celebración del sacramento.
Vestiduras litúrgicas
Estola morada. Color
penitencial.
Reconciliación de un solo penitente
|
Reconciliación de varios penitentes con confesión y
absolución individual
|
Reconciliación de varios penitentes con confesión y
absolución general
|
+ Preparación del sacerdote y del penitente: oración.
Sacerdote: invocación del E.S. para recibir la luz y la caridad. Penitente:
confrontará su vida con el ejemplo y los mandamientos de Cristo y rogará a
Dios que le perdone sus pecados.
+ Acogida del penitente: con amor
fraterno, saludo. Penitente: se
santigua. El sacerdote puede hacer
lo mismo al tiempo con el penitente. El sacerdote invita al penitente a la
confianza en Dios. Penitente: decir cuando fue su ultima confesión, sus
dificultades para llevar una vida cristiana.
+ Lectura de la Palabra de Dios: por el
sacerdote o el penitente, puede ser como preparación del penitente.
+ Confesión de los pecados y aceptación de la
satisfacción: El sacerdote lo ayudará a hacer una
confesión íntegra, lo exhortará a un
sincero arrepentimiento, lo ayudará con oportunos consejos, si es necesario
lo instruirá en sus deberes cristianos.
Si el penitente fue
causa de daño o de escándalo, el confesor lo exhortará a que prometa una
debida reparación. Imposición de la satisfacción como expiación de los pecados
pasados, ayuda para la nueva vida y remedio de la debilidad del penitente,
debe corresponder en cuanto sea posible a la gravedad y naturaleza de los
pecados. La satisfacción se ejercitará, según la oportunidad con la oración y
con la abnegación de sí mismo, principalmente por el servicio al prójimo y
por las obras de misericordia.
+ Oración del
penitente y absolución del penitente: Oración:
“Jesús mi Señor y redentor” u otra oración de la S.E. que manifieste la
contrición y el propósito de llevar una vida nueva. Después, el sacerdote
extiende sus manos o al menos la derecha sobre el penitente y pronuncia la
oración de absolución, trazando la señal de la cruz sobre el penitente.
+ Alabanza
a Dios y despedida del penitente: el penitente proclama la misericordia
de Dios y le da gracias a Dios con una breve oración. El sacerdote lo despide
en la paz de Cristo.
Rito Breve
Cuando lo aconseje
la necesidad pastoral, se pueden omitir o abreviar algunas partes del rito.
Siempre deben observarse: la confesión de los
pecados y la aceptación de la satisfacción, la invitación a la
contrición y las fórmulas de la absolución y la despedida. Pero si es
inminente el peligro de muerte, basta que el sacerdote diga las palabras
esenciales de la absolución: Yo te absuelvo de tus pecados en el nombre del
Padre y del Hijo + y del Espíritu Santo.
|
Cuando varios
penitentes se reúnen para recibir la reconciliación sacramental, conviene que
se preparen a ella con la celebración de la Palabra de Dios. Pueden
participar otros fieles que se acercarán al sacramento en otra ocasión.
Manifiesta la
naturaleza eclesial de la penitencia. Oyen juntos la P-D. Se ayudan con la
oración recíproca, todos alaban a Dios. Procurar la presencia de varios
sacerdotes.
+ Ritos iniciales: canto, saludo
del sacerdote, él u otro ministro los introduce en la celebración e ilustra
sobre el desarrollo de la misma. Invitación a orar, silencio, oración.
Liturgia de la palabra
+ Celebración de la P-D: una o varias
lecturas (separadas por un salmo) o canto apropiado, o por un espacio de
silencio. Si se hace solo una lectura conviene tomarla del Evangelio.
Homilía: punto de partida un
texto de la S. E. conducirá a los penitentes al examen de conciencia, al odio
al pecado, y a la conversión a Dios. El pecado actúa contra Dios, contra la
comunidad, contra el prójimo, contra el pecador. Debe recordarse los
siguientes puntos: 1. La infinita misericordia de Dios. 2. La necesidad
de la penitencia interior. 3. El
aspecto social dela gracia y del pecado. 4. La obra de nuestra satisfacción.
+ Silencio para favorecer el examen de conciencia y la
contrición.
+ Examen de conciencia
Liturgia del sacramento
+ Confesión general de los pecados: de
rodillas o inclinados se recita la fórmula de confesión general (“yo
confieso) u otra. De pie: Oración litánica o un canto, que exprese la
confesión de los pecados, la contrición del corazón, la petición del perdón,
la confianza en la misericordia de Dios. Al final: oración dominical que
nunca se omitirá.
+ Confesión y Absolución individual,
absolución con la fórmula que se emplea para reconciliar a un solo penitente.
+ Alabanza a Dios por su misericordia: con
un salmo, un himno, oración litánica. Oración.
+ Oración final de acción de gracias
+ Rito de conclusión: Bendición
|
Rito
de entrada
+ Canto, + saludo, + invitación a la
oración, + oración.
Liturgia
de la Palabra:
+ Lecturas (1,2,3)
+ Homilía y monición: examinar la
conciencia y renovar la vida. En o después amonestación a quienes deseen
recibir la absolución general para que se preparen convenientemente con el
arrepentimiento de sus pecados, con el propósito de evitarlos en el futuro y
de reparar el daño y el escándalo, el propósito de confesar, individualmente,
en el tiempo oportuno, los pecados graves que ahora no puede confesar. Se pondrá
una obra de penitencia, que todos deberán cumplir.
Liturgia
del sacramento:
+ Confesión general de los pecados: Quienes
deseen recibir la confesión se ponen de rodillas, se inclinan y recitan la
fórmula de la confesión general “Yo confieso”, luego de pie se hace una
oración litánica o un canto apropiado, luego la oración dominical (Todos),
que nunca deberá omitirse.
+ Recitación de la confesión general:
+ Invitación a los penitentes que deseen recibir la
absolución a que manifiesten este deseo con alguna señal (inclinando la
cabeza o poniéndose de rodillas (recitación de la confesión general “yo
confieso”
+ Oración litanica o canto.
+ Oración dominical
+Absolución general: con
las manos extendidas: “Dios Padre que no quiere la muerte del pecador, sino
que se convierta y viva, que nos amó primero y envió a su hijo al mundo para que el mundo se
salve por él, les manifieste su misericordia y les conceda la paz”… y yo los
absuelvo de sus pecados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo. Amén. O la fórmula de un solo penitente.
+ Alabanza a Dios por su misericordia: salmo,
cantico, cántico de la S. V: María.
Rito de conclusión
Rito breve: En caso de
urgencia, puede abreviarse el rito: + Lectura de la S.E. + exhortación a los
penitentes al arrepentimiento, + se propone una obra de penitencia como
satisfacción, recitación de la confesión general (yo confieso), +
inmediatamente el sacerdote imparte la absolución con una de las dos fórmulas
indicadas en el rito ordinario. En inminente peligro de muerte, basta que el
sacerdote diga la fórmula de la absolución, que puede incluso abreviarse del
modo siguiente: “yo los absuelvo de sus pecados en el nombre del Padre, y del
Hijo y del Espíritu Santo. R. Amén.
|
V.
Las
celebraciones penitenciales
Naturaleza y estructura
La s celebraciones
penitenciales son reuniones del pueblo de Dios para escuchar su palabra que nos
invita a la conversión y a la renovación de la vida y, a la vez proclama la
liberación de nuestro pecado por la muerte y resurrección de Cristo. Su
estructura es la que se acostumbra a las celebraciones de la P-D, (como se
propone en el rito para la reconciliación de varios penitentes.
Utilidad e importancia
Son muy útiles para
mover a la conversión y a la purificación del corazón. No confundirla con la
celebración del sacramento de la penitencia.
Conviene realizar
estas celebraciones penitenciales, sobre todo:
a) Para
fomentar en la comunidad cristiana el espíritu de penitencia.
b) Para
ayudar a los fieles a preparar la confesión que cada uno hará después, en el
momento oportuno;
c) Para
educar a los niños, para que gradualmente, adquieran conciencia de lo que
significa el pecado en la vida humana y de la liberación de él por Cristo;
d) Para
ayudar a los catecúmenos en su conversión.
Son muy importantes allí
donde no hay sacerdote que imparta la absolución sacramental, ayudan q
engendrar una contrición perfecta.
VI.
Adaptaciones
que corresponden a las conferencias episcopales y a los obispos
Corresponde a las
conferencias episcopales traducir la
edición típica latina de esta” ordenación
de la penitencia” y apartarla a las necesidades y características locales, para
que una vez aprobadas sus decisiones por la Sede Apostólica, dicha ordenación
sea utilizada en las respectivas regiones.
Corresponde a las
conferencias episcopales:
A) Establecer
las normas sobre la disciplina del sacramento de la penitencia, principalmente
en lo que se refiere al ministerio de los sacerdotes y a los pecados
reservados;
B) Determinar
con mayor precisión las normas a cerca del lugar adecuado para la celebración
ordinaria del sacramento de la penitencia y acerca dela señal exterior que
deben hacer los fieles que desean recibir la absolución general;
C) Preparar
las versiones de los textos nuevos para las oraciones tanto de los fieles como
del ministro, dejando intacta la fórmula sacramental;
Corresponde al obispo
diocesano:
a) Dirigir
en su diócesis la disciplina sacramental, incluso mediante oportunas
adaptaciones de los ritos, según las normas propuestas en la conferencia
episcopal;
b) Determinar,
en diálogo con los miembros de la conferencia episcopal cuando sea lícito
impartir la absolución sacramental
general, según las condiciones establecidas por la Santa Sede.
VII.
Acomodaciones
que corresponden al ministro
Corresponde a los
ministros, sobre todo a los párrocos:
a) Adaptar
el rito de la reconciliación, tanto individual como comunitaria, a las
circunstancias concretas de los penitentes, manteniendo la estructura esencial
y la fórmula íntegra de la absolución (por motivos pastorales puede omitir o
ampliar algunas partes), escoger los textos de las oraciones o de las lecturas,
buscar el lugar más adecuado para la celebración – conforme a las normas
establecidas por las conferencias episcopales- de manera que toda la
celebración resulte más rica y provechosa;
b) Proponer
y preparar durante el año, sobre todo en tiempo de cuaresma, algunas
celebraciones penitenciales;
c) En
caso de grave necesidad, no previsto por el obispo diocesano, y cuando no se
puede recurrir a él, decidir sobre la absolución colectiva de los penitentes,
con la sola confesión general. Sin embargo está obligado a informar cuanto
antes al mismo ordinario acerca de dicha necesidad y de la absolución
impartida.
Atar - Desatar
Mt 16,18-19 . v 18 “y
Yo a mi vez te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia,
y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. V.19 A ti te daré las
llaves del Reino de los cielos, y lo que
ates en la tierra quedará atado en los cielos y lo que desates en la
tierra quedará atado en los cielos.”
v. 18b. Iglesia: Mt 4,17 comunidad escatológica que
comenzará ya aquí en la tierra con una
sociedad organizada, cuyo jefe instituye Jesús (Hch 5,11).
v. 18c. Hades: (Hbr. Seol) lugar de los muertos (Nm
16,33) aquí sus puertas personificadas evocan las potencias del mal que, tras
haber arrastrado a los hombres a la muerte del pecado, los encadenan
definitivamente a la muerte eterna. A imitación de su maestro, muerto,
“descendió” a los infiernos, 1 P 3,19, y resucitado Hch 2, 27.31 la misión de
la Iglesia será la de arrancar a los elegidos al imperio de la muerte, temporal
y, sobre todo eterna, para hacerles entrar al Reino de los Cielos (Cl 1,3; 1
Cor 15,26).
16,19 al igual que la ciudad de la muerte, también
la ciudad de Dios tiene puertas que no deja entrar más que a los dignos de ella
(Mt 23,13). Pedro recibe sus llaves. A él le corresponderá abrir o cerrar el
acceso al Reino de los Cielos por medio de la Iglesia.
• “Atar y das atar” son dos términos
técnicos del lenguaje rabínico que se aplicaba: al campo disciplinar de la
excomunión a la que se “condena” (atar) o de la que se “absuelve” (desatar) a
alguien y ulteriormente a las decisiones doctrinales o jurídicas, con el
sentido de “prohibir” (atar) o “permitir” (desatar). Pedro como mayordomo (cuyo distintivo son las llaves Is 22,22 de
la casa de Dios, ejercerá el poder disciplinar de admitir o excluir a quien le
parezca bien, y administrará a toda la comunidad por medio de todas las
decisiones oportunas en materia de doctrina y de moral. Sentencias y decisiones
serán ratificadas por Dios desde lo alto de los cielos.
Excomunión: se
“condena” (atar); “absuelve” (desatar).
Decisiones
doctrinales o jurídicas, con el sentido de “prohibir” (atar) o “permitir”
(desatar).
Pedro como mayordomo (cuyo distintivo son las llaves Is 22,22 de
la casa de Dios, ejercerá el poder disciplinar de admitir o excluir a quien le
parezca bien.
• La exégesis católica sostiene que
estas promesas no valen solo para la persona de Pedro sino también para sus
sucesores.
• Lc 22,31s y Jn 21,15s, subrayarán que
el primado de Pedro se ha de ejercer especialmente en el orden de la fe, que
aquél le hace cabeza, no solo de la Iglesia futura, sino ya ahora de los demás
apóstoles.
Mt 18,18Las palabras
“atar” y “desatar” eran populares entre los rabinos de la época y equivalían a
“prohibir” y “permitir”; en Mateo 18 equivalen a “disciplinar” y “restaurar”.
Aquel miembro de la iglesia que persiste en pecar debe ser separado (atado) de
la congregación (1 Cor. 5:5), para luego en amor ser conducido al
arrepentimiento y por consiguiente ser restaurado (desatado) Gálatas 6:1. Como
vemos, los demonios, las enfermedades y la pobreza son totalmente ajenos al
contexto.