miércoles, 7 de mayo de 2014

Ritual de la extrema unción (1614)

SACRAMENTO DE LA EXTREMAUNCIÓN[1]

I.             Naturaleza y efectos de la Extremaunción

1.   La Iglesia no abandona ni un solo momento al hombre sino que le acompaña siempre desde el primero hasta el postre aliento. Después de… venir en su ayuda (bautismo), de fortalecerlo (confirmación), alimentarlo (pan de los fuertes), de haberlo levantado (penitencia), viéndole enfermo viene en su cabecera para traerle verdaderos consuelos, para confortarle con la eficacia de las plegarias y con la esperanza de la inmortalidad…
Nuestro salvador pensó en esa situación final del hombre e instituyó el sacramento de la extremaunción.
Es el último de los sacramentos, complemento de la penitencia (Concilio de Trento).
Nombres del sacramento:
·         Por razón de la materia: Sacramento del Oleo,  sacramento de la santa unción, oleo de la unción, oleo de la oración, oleo de la bendición
·         Por la eficacia que tiene: medicina del alma y del cuerpo, medicina santa, medicina celestial
·         Por el sujeto que los recibe: unción de los enfermos
·         Por la circunstancia en que es administrado: último óleo, unción extrema (por que es la última unción de  todas las unciones que debe administrarse., Concilio de Trento)
Prenda de amor, digna de agradecimiento.
Pio V invita a los párrocos por medio del catecismo a que den a conocer el sacramento, que los fieles no sientan temor sino agradecimiento.
El sacramento desde la Fe, tiene sus efectos: asegurar la victoria final, sacramento de la piadosísima misericordia divina, consuelo y alivio del enfermo, fuente de paciencia y de confianza filial en Dios, salud verdadera del alma y del cuerpo, firmísimo escudo contra los últimos dardos del enemigo de la humana naturaleza, consumación y complemento de la vida cristiana, unción real y preparación para la entrega en la gloria, medicina preciosísima que concedió a los mortales nuestro Salvador.
Base de la instrucción la epístola de Santiago.
2.   Efectos del sacramento de la extremaunción: y la oración nacida de la fe salvará al enfermo, y el Señor le aliviará; y si se halla en pecados, le serán perdonados. Fruto: la gracia del Espíritu Santo. Efectos: los que se refieren al alma, otros al cuerpo.

a)   Efectos que produce en el alma: perdón de los pecado, aun mortales. Se requiere el estado de gracia, por tanto, antes debe confesarse, en su defecto acto de contrición o el de atrición. Oración de bendición: pide el Espíritu Santo Paráclito “para que en virtud de la bendición divina, el santo óleo sirva de protección a todos los que sean ungidos con la celestial medicina, para expeler todos los dolores, todas las debilidades y enfermedades del alma y del cuerpo. Borra las reliquias del pecado. Borra la pena temporal. Perdona la culpa y la pena del pecado. Dispone al hombre para entrar inmediatamente en la gloria (santo Tomás, san Alberto Magno). Otros efectos: conforta al enfermo y le comunica grande confianza  contra el desaliento, alegría contra la tristeza, ánimo y denuedo para vencer al demonio, disponiéndole así a morir santamente.

b)  Efectos que produce en el cuerpo. “la oración de fe salvará al enfermo”: Dar salud al enfermo. Oración de bendición: restituir la salud corporal, si conviene a la salid del alma (catecismo del Padre Astete), sino da la salud, procura un alivio corporal.


II.         Sujeto de la extremaunción
Que esté bautizado, que haya llegado al uso de razón[2] y que se encuentre gravemente enfermo. El concilio afirma que debe darse a los que están en peligro de muerte “se declara también - dice el Tridentino- que debe administrarse a los enfermos,  principalmente a los de tanto peligro que parece que se hallan en el fin de la vida.  El catecismo Romano, compuesto por el mismo concilio deja entrever que se le puede dar a otros enfermos.
La extremaunción puede reiterarse.
Es obligación recibirlo, no es lícito descuidarlo.
III.       Ministro de la extremaunción
El sacerdote como lo indica la carta a Santiago, es el ministro. Pero hay personas que deben ser solícitas: los familiares.
IV.        Materia y forma de la extremaunción
Es el oleo de los enfermos o sea aceite de olivas consagrado por el obispo. Efectos del aceite sirve para aplacar los dolores del cuerpo así la virtud de este sacramento sirve para disminuir la tristeza y el dolor del alma. El aceite: restituye la salud, causa dulce sensación y sirve como de alimento a la luz, repara las fuerzas del cuerpo fatigado.
-      La forma sacramental: “por esta santa unción y por su piadosísima misericordia, te perdone el Señor todo cuanto has pecado por medio de la vista, o por medio del oído,… Así sea”
-      Forma más breve: “por esta santa unción te perdone el Señor todo lo que has pecado. Así sea”. Unción en uno de los sentidos o en la frente.

LITURGIA DEL SACRAMENTO
I.            Modo de administrar el sacramento
Es el sacramento de la verdadera misericordia
El sacerdote entra en la estancia del enfermo:
-      Pide a Dios entre con él la felicidad eterna, la prosperidad divina, la serena alegría, la caridad fecunda y la salud sempiterna; que huyan de allí los demonios y estén presentes los ángeles de paz.
-      En el nombre de la Trinidad beatísima, y extendidas solemnemente las manos sobre el enfermo, hace votos para que en él se extinga toda fuerza diabólica.
-      Y luego por la piísima misericordia del Señor, ruega se el borre todo pecado, al tiempo que unge, en forma de cruz, los ojos, oídos, narices y boca, manos y pies del enfermo, con el oleo santo, consagrado el día de jueves santo, impregnado de la virtud de la pasión del Señor, que penetra hasta la médula de la vida para santificarla con la santidad del Hijo de Dios.


Liturgia del Ritual Romano “Ordo ministrandi Sacraméntum Extremae Untiónis,
División:
1.°  los preparativos
2° Las oraciones preliminares
3.° Las unciones sacramentales
4.° Las oraciones que siguen a estas
5.° Los últimos avisos

1.° Los preparativos
·         Saludo del sacerdote.
·         Presenta la cruz al enfermo para que la bese.
·         Rocía con agua bendita, formando una cruz, al enfermo y al aposento y a los circundantes, diciendo: Purifícame, Señor, con hisopo y seré limpio; lávame y quedaré más blanco que la nieve.
·         Antes de proceder a la ceremonia de la unción: puede confesarse, luego exhortación para inspirarle la confianza en el Señor, consolarle, intruiele en la virtud y en la eficacia del sacramento y levantar su espíritu a las cosas del cielo.
2.° Oraciones preliminares. En las tres oraciones preliminares el sacerdote invoca la protección divina sobre la casa y los que moran en ella, y también sobre sí mismo, pues va a obrar grandes misterios con la administración de este sacramento.
1. Pide a Jesucristo que bendiga la entrada del sacerdote en aquella morada, derramando en ella sus divinos favores.
2. invita a los asistentes a que rueguen a nuestro Señor, se digne enviar allí al buen Ángel Custodio y alejar toda influencia del enemigo, y les conceda la salud del cuerpo y del alma.
3. es como el eco de la precedente y, según notará el lector, es la misma que sigue a la aspersión del aposento antes del viático.

3.° Las Unciones sacramentales. Terminadas las oraciones anteriores recese, el COFITEOR. Agregando el sacerdote en singular MISEREATUR… INDULGENTIAM
Antes de comenzar las unciones el sacerdote exhorta a los circundantes a elevar las preces por el enfermo mientras él desempeña la función sacramental (salmos penitenciales, letanías de los santos u otras preces), según las circunstancias del lugar, tiempo  y condición de los asistentes. El enfermo, se unirá (de corazón a las fórmulas que pronuncia el sacerdote.
Luego el sacerdote con la mano derecha extendida sobre la cabeza del enfermo, invoca solemnemente en una fórmula general, a las tres Divinas Personas, a María Santísima y a su ínclito esposo san José, a los Ángeles y a todos los santos, con una especie de conjuro contra el demonio.
En seguida procede el sacerdote a la administración del sacramento, empleando la forma sacramental. Ungiendo los ojos (cerrados), orejas, narices, boca (cerrada) manos y pies (esta unción puede omitirse), pronunciando en cada unción las palabras de la forma con el solo cambio del nombre de la parte ungida, de este modo:
Por esta santa unción + y por su piadosísima misericordia, perdónete el Señor todo lo que has pecado por medio de la vista (… del oído, … del olfato, …del gusto y de la palabra, … del tacto, …del andar). Así sea.
Después de cada unción el sacerdote purifica la parte ungida.
Terminando las unciones se frota el pulgar con miga de pan y se baña las manos.
Si el enfermo fuere sacerdote, la unión de las manos deberá hacerse en el exterior de las mismas.
En casos urgentísimos, úsase una fórmula muy breve, bastando una sola unción en uno de los sentidos y mejor en la frente. Dicha forma breve extraordinaria es la siguiente:
Per istam sanctam unctió + nem indulgeat tibi Dominus quidquid deliquísti. Amen. Por esta santa unción perdónete el Señor todo lo que has pecado. Así sea.)
Cuando se da a muchos: DAR A BESAR INDIVIDUALMENTE EL CRUCIFIJO, ANTES DE COMENZAR LA CEREMONIA; DECIR LAS ORACIONES QUE ANTECEDEN Y SIGUEN AL ACTO SACRAMENTAL DE LAS UNCIONES Y, UNGIR POR SEPARADO A CADA CUAL CON LAS CORRESPONDIENTES FÓRMULAS EN LOS SENTIDOS CORPORALES.
Si los pacientes de quienes se trata son pocos en número, creemos que el sacerdote podrá decir sus nombres en una de las oraciones en que aparece la letra N.
4.°  Las oraciones que siguen al acto sacramental.  Sigue al acto sacramental tres oraciones, precedidas de vario versículos, en los cuales se pide al señor que confirme y completa la obra realizada en el sacramento, haciendo que sus gracias fructifique abundantemente en el sujeto que acaba de recibirlo, y que éste corresponda fielmente a ellas. De un modo especial se pide la curación del enfermo.
La primera oración comentando las palabras del Apóstol Santiago, recuerda los admirables efectos de la Extremaunción y, pide al Señor haga que el enfermo participe abundantemente de ellos.
En la segunda oración se pide a Dios, de un modo general, los efectos espirituales y temporales del sacramento. (Pronuncia el nombre del enfermo N).
En la tercera oración, que termina la liturgia del sacramento, la Iglesia insiste, más que nunca en la curación corporal. La Iglesia, pide al mismo tiempo para el enfermo, fuerza y protección, confianza y valor, alivio y curación del alma, perseverancia y favores del cielo hasta el fin.

5.° Los últimos avisos. El Ritual recuerda al sacerdote que puede dar al enfermo avisos saludables, según lo necesite, para fortalecerlo más y más contra los ataques del demonio y ayudarle a morir en el Señor, si le llega la última hora.
El sacerdote dejará en la habitación del sacerdote agua bendita y un crucifijo.
El sacerdote, debe advertir a los de la familia y a los que cuidan del enfermo que, si se agrava mucho o entrare en la agonía, le pasen aviso enseguida para venir a ayudarle a bien morir y hacer la recomendación de su alma a Dios. Pero si se considera inminente la partida, debiere hacerla de una vez.


Anexos del ritual:
Salmos penitenciales. (letanías)



[1] Padre Agustín Rojo del Pozo
[2] Papa Pio X, en su decreto Quam singulári Chritus amóre. Al mismo tiempo que atrajo a los niños a la mesa eucarística, execró, como abuso enteramente detestable, la perniciosa costumbre de no administrar el viático y la Extremaunción a los niños gravemente enfermos que ya tienen uso de razón, y también la práctica de hacerle las exequias y el entierro como si fueran párvulus.
Benedicto XIV, basta que sean capaces de recibir el sacramento de la penitencia, del cual la extremaunción es complemento. Cuando se duda si el enfermo ha llegado al uso de razón, debe administrársele condicionalmente. 

El concilio V II y la Unción de los enfermos (Ritual)

1.3.        El concilio V II y la Unción de los enfermos
No ofrece una doctrina sino que intenta llegar a la revisión de los ritos (SC 75) toma posición respecto del nombre de sacramento prefiriendo el de “unción de los enfermos (SC 73). Sobre el sujeto del sacramento: el tiempo oportuno para recibirlo (el sacramento de la unción)  comienza cuando el cristiano ya empieza a estar en peligro de muerte por enfermedad o vejez (SC 73).
  1. El ritual de la unción de los enfermos
El nuevo ritual: Ordo infirmorum eorunque pastoralis curae fue promulgado por la constitución apostólica del Papa Pablo VI: Sacram unctionis  infirmorum  el 30 de noviembre de 1972, y publicado el 18 de enero de 1973. Su interés radica en el nuevo rito de la unción, en la nueva configuración del signo sacramental, en la forma y estructura de la celebración, en la renovación pastoral que propone. Y en el contenido teológico que expresa.
-      Prenotandos: (1-41) presentan la enfermedad y su significado en el misterio de la salvación, el sentido de la unción y el viático, como sacramentos de los enfermos, los diversos oficios y ministerios, así como las adaptaciones posibles;
-      Visita y comunión de los enfermos (cap I: n 42-63): además de unas orientaciones nos proponen el rito de la comunión  con sus partes;
-      Rito de la unción ( cap II n 64-92): propone las tres formas de celebrar la unción: dentro de la misa, fuera de la misa y en grandes reuniones de fieles;
-      El viático (cap III: nn 93-114): es presentado como distinto de la unción y de la misa e incluso de la comunión de los enfermos;
-      Rito para administrar los sacramentos a un enfermo que esta en peligro próximo de muerte (cap IV, nn 115-135): se propone como excepcional el rito de la penitencia, unción y viático;
-      (cap V, nn 136-137) presenta un rito breve de la confirmación;
-      Asistencia a los moribundos (cap VI, nn 138-151): consta de fórmulas breves, lecturas bíblicas y oraciones;
-      Y finalmente se ofrecen textos diversos para las celebraciones (cap VII 152-259).
Nos limitaremos a indicar las principales reformas introducidas en la Constitución Apostólica  de Pablo VI y a presentar el programa ritual del Cap II.
1.1.               La Constitución apostólica Sacram Uncionis infirmorum
Reforma, la primera y más importante: modificación de la fórmula sacramental: por esta santa unción y por su bondadosa misericordia  te ayude el Señor con la gracia del Espíritu Santo. R. Amén. Para que, libre de tus pecados, te conceda la salvación y te conforte en tu enfermedad. R. Amén. Se hace referencia a las palabras de Santiago y se expresa más claramente los efectos sacramentales.
El cambio de las unciones va acompañada de dos decisiones mas que se refieren al signo sacramental. 1. Afecta al número de las unciones. El C VII había expresado el deseo  de que el número de las unciones  se adaptase a las circunstancias (SC 75). En comparación con el número de las unciones presentadas por el ritual de 1614, ahora hay un punto intermedio: dos unciones: en la frente y en la manos, pero con una única fórmula. Esto podrá ser adaptado  en los rituales particulares.  2. la otra decisión de P VI responde al deseo de las conferencias episcopales: el poder usar otro tipo de aceite, distinto del de oliva, a condición de que sea de origen vegetal.
1.2.               La celebración de la unción de los enfermos
El ritual antiguo tenía dos formas de celebración: la ordinaria y la breve, el nuevo ritual propone ocho formas: la celebración sin misa, la celebración dentro de la misa, la celebración con la presencia de un gran número de fieles.
Rito ordinario fuera de la misa
En analogía a la estructura celebrativa de la misa. A. ritos iníciales. B. liturgia de la palabra. C. Ritos de la unción. D. ritos conclusivos.
  1. Los ritos iniciales: saludo, la aspersión del enfermo y de la habitación con agua bendita, acompañada de una fórmula bautismal y pascual, la exhortación inicial que es una invitación a encomendar al hermano enfermo a la bondad y poder de Cristo; el acto penitencial, que solo se hace cuando no tiene lugar la confesión sacramental del enfermo.
  2. Liturgia de la palabra: como en toda celebración es un elemento constitutivo de la misma, se indica como texto fundamental Mt 8,5.10.13, otras lecturas (cap VII) se puede añadir una breve explicación u homilía.
  3. Liturgia de la unción: son el vértice central.
·         Plegaria litánica u oración de fe: expresa los efectos del sacramento
·         Imposición de manos. Se realiza en silencio. Si hay varios sacerdotes también realizan este gesto. Invocación y comunicación del Espíritu Santo.
·         Acción de gracias sobre el óleo bendecido por el obispo durante la misa Crismal, o la bendición del óleo preparado por el sacerdote. (la bendición es parte constitutiva del sacramento.
·         Unción: que sea de verdad. En la frente y en la manos: con la fórmula que confiere la gracia del sacramento: la frente: designa a la persona. Manos: actividad de la persona. Por esta santa unción y su bondadosa misericordia, te ayude el Señor con la gracia del Espíritu Santo. Amén. Para que, libre de tus pecados, te conceda la salvación y te conforte en tu enfermedad. Amén.
·         Oración: explica el sentido del sacramento, y expresa la fe de la Iglesia. (6 textos).
  1. Ritos de conclusión: Padre Nuestro y Bendición del sacerdote: cinco peticiones, que resaltan: la estructura Trinitaria, petición de salud y protección de cuerpo y alma, y perspectiva escatológica.

El viático
26. En el tránsito de esta vida, el fiel, robustecido con el viático del Cuerpo y Sangre de Cristo, se ve protegido por la garantía de la resurrección, según palabras del Señor: «El que come mi carne y bebe ni sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día». 23
A ser posible, el viático debe recibirse en la misa de modo que el enfermo pueda comulgar bajo las dos especies, ya que, además, la comunión en forma de viático ha de considerarse como signo peculiar de la participación en el misterio que se celebra en el sacrificio de la misa, a saber, la muerte del Señor y su tránsito al Padre. 24
27. Están obligados a recibir el viático todos los bautizados que pueden comulgar. En efecto, todos los fieles que se hallan en peligro de muerte, sea por la causa que fuere, están sometidos al precepto de la comunión; los pastores vigilarán para que no se difiera la administración de este sacramento y así puedan los fieles robustecerse con su fuerza en plena lucidez. 25
28. Conviene, además, que el fiel durante la celebración del viático renueve la fe de su bautismo, con el que recibió su condición de Hijo de Dios y se hizo coheredero de la promesa de la vida eterna.
29. Son ministros ordinarios del viático el párroco y los vicarios parroquiales, los capellanes y el superior de la comunidad en los institutos religiosos o sociedades de vida apostólica clericales, respecto a todos os que están en la casa. En caso de necesidad, o con permiso, al menos presupuesto, del ministro competente, cualquier sacerdote o diácono puede administrar el viático; si no hay un ministro sagrado, cualquier fiel debidamente designado.
El diácono debe seguir el orden descrito en el Ritual 26 para el sacerdote; los otros fieles deben adoptar el orden descrito para el ministro extraordinario en el Ritual de la sagrada comunión y el culto a la Eucaristía fuera de la misa. 27






Administración del viático dentro de la misa
Se celebra con vestiduras blancas y se usa el formulario de la misa ritual para la administración del viático, o el de la misa votiva de la santísima eucaristía, pero en los domingos de adviento, cuaresma y pascua, en las solemnidades en el miércoles de ceniza, y durante la semana santa se usa el formulario de la misa del día, con las fórmulas de bendición propias de la unción de los enfermos, si se cree conveniente.
Si se usa el formulario de la misa ritual para la administración del viático o el de la misa votiva de la santísima Eucaristía, las lecturas se toman del leccionario para la unción del los enfermos y el cuidado pastoral, o el leccionario para la administración del viático o las que sean más apropiadas del leccionario para la distribución de la comunión fuera de la misa.
A no ser que para el provecho de lo enfermo y de los presentes aconseje escoger otras lecturas.
Cuando no se permite escoger los formularios de la misa ritual para la administración del viático y de la misa votiva de la santísima eucaristía una de las lecturas puede, sin embargo, tomarse de los mencionados leccionarios, excepto en el Triduo pascual, en las solemnidades de Navidad, Epifanía, Ascensión, Pentecostés, Santísimo cuerpo y Sangre de Cristo, y cualquier otro precepto.
Modo de proceder:
a).  después de la lectura del evangelio puede hacerse una breve homilía, en la cual se expondrá la importancia y el sentido del viático, teniendo en cuenta las circunstancias del enfermo y de los presentes.
b).  renovación de la profesión de fe del enfermo.
c). la oración de fieles, puede omitirse si se ha hacho la profesión de fe, o por cansancio del enfermo.
d). en el momento señalado el sacerdote y los presentes pueden darle la paz al enfermo.
e). tanto el enfermo como los presentes pueden comulgar bajo las dos especies. Al dar la comunión al enfermo el sacerdote usará la fórmula establecida para el viático. (el ministro se acerca al enfermo y dice: el cuerpo de Cristo o la sangre de Cristo. Amén. Inmediatamente después de dar la comunión al enfermo el ministro añade: el mismo Señor te guarde y te lleve a la vida eterna. Amén.
f). Bendición: propia de la unción de enfermos, se le puede añadir la fórmula de indulgencia plenaria para el momento de la muerte.
                                        
Administración del viático fuera de la misa
Las variantes según el ministro: sacerdote, diácono, acólito o ministro extraordinario de la comunión, se indican en el lugar correspondiente. Confesión, viático, o antes del viático.
Saludo, aspersión del agua bendita al enfermo y en la habitación del enfermo (si el ministro es un sacerdote o diácono). Acto penitencial (puede escuchar aquí la confesión), si no se hace el acto penitencial. Si el ministro es sacerdote, el sacramento de la penitencia o el acto penitencial, puede concluirse con la indulgencia plenaria para el momento de la muerte, concedida por el sacerdote al enfermo a través de una fórmula “Yo por autoridad recibida por la sede apostólica, te concedo la indulgencia plenaria y el perdón de todos tus pecados, en el nombre del Padre y del Hijo + y del Espíritu Santo. Amén. Liturgia de la palabra, breve explicación si el ministro es sacerdote o diácono. Profesión de fe bautismal, letanía, viático: oración dominical con su respectiva introducción, muestra el santísimo sacramento: este es el cordero de Dios… con su respuesta, comunión: el cuerpo de Cristo (o la sangre de Cristo), el ministro: el mismo Señor te guarde y te lleve a la vida eterna. Amén. El ministro purifica.
Rito de conclusión: oración, bendición si es sacerdote o diácono. Saludo de paz al enfermo por parte de los ministros y los presentes.

C) El rito continuo
30. Con el fin de facilitar ciertos casos particulares en los que, sea por una enfermedad repentina o por otros motivos, el fiel se encuentra como de improviso en peligro de muerte, existe un rito continuo por el cual el enfermo puede recibir la fuerza de los sacramentos de la penitencia, de la unción y de la Eucaristía en forma de viático.
Mas si urge el peligro de muerte y no hay tiempo de administrar los tres sacramentos en el orden que se acaba de indicar, en primer lugar, dese al enfermo la oportunidad de la confesión sacramental que, en caso necesario, podrá hacerse de forma genérica; a continuación se le dará el viático, cuya recepción es obligatoria para todo fiel en peligro de muerte. Finalmente, si hay tiempo, se administrará la santa unción.
Si, por la enfermedad, no pudiese comulgar, se celebrará, la santa unción.
31. Si hubiera, de administrarse al enfermo el sacramento de la confirmación, téngase presente cuanto se indica en el Ritual de la unción. 28
En peligro de muerte y siempre que el Obispo no pueda venir, tienen en virtud del derecho facultad para confirmar el párroco, e incluso cualquier presbítero. 29

·         Comunión de enfermos, unción de enfermos: rito ordinario, unción dentro de la misa, celebración de la unción con gran concurrencia de fieles, celebración fuera de la misa; el viático: administración del viático dentro de la misa, administración del viático fuera de la misa; administración de los sacramentos en próximo peligro de muerte: rito continúo de la penitencia, unción y viático. Confirmación, asistencia los moribundos. 
Unción y comunión: después del Padre nuestro, este es el cordero de Dios… Señor no soy digno que entres en mi casa…  silencio… oración, precedida de la monición oremos. Luego la bendición.
Unción dentro de la misa: Iglesia, hospital, casa del enfermo con permiso del ordinario o lugar adecuado. Vestidura blanca, se usa el formulario por los enfermos, si es domingo de cuaresma, adviento, pascua, en las solemnidades, en miércoles de ceniza y durante la semana Santa, se usa el formulario de la misa del día, con las fórmulas de bendición final propias de la unción de enfermos, si se cree conveniente.
Si se dice el formulario de la misa  por los enfermos, las lecturas se toman del leccionario para la unción de enfermos y su cuidado pastoral.
Cuando no se permite usar el  formulario de la misa por los enfermos, una de las lecturas puede tomarse del mencionado leccionario, excepto: triduo Pascual, y en las solemnidades de: navidad, epifanía, ascensión, pentecostés, Santísimo cuerpo y sangre de Cristo, y cualquier otro precepto.
La unción se celebra después del evangelio y la homilía:
a.    Después de la lectura del evangelio, el sacerdote, basándose en el texto bíblico explicará el sentido del dolor humano en la historia de salvación, y la gracia del sacramento de la unción.
b.    Después de la homilía, se prosigue como en el rito de la unción de los enfermos: se comienza con las letanías, o si la letanía o la oración universal se hace después de la unción, con la imposición de las manos, bendición del oleo, o acción de gracias si esta bendito, se administra la unción.
c.    Después, a no ser que se haya recitado la etanía, se hace la oración universal, la cual se concluye con una de las oraciones que siguen a la unción.
Sigue la eucaristía como de costumbre.                                 
Celebración de la unción con gran concurrencia de fieles:
Como peregrinaciones o celebraciones diocesanas, locales o parroquiales u organizadas por alguna institución dedicada al cuidado de los enfermos. Puede usarse en los hospitales.
Ha de tener cuidado en: el cumplimiento de las normas dadas para la unción, la preparación pastoral y la celebración litúrgica. Nombrar si es necesario los sacerdotes que colaboraran con la administración del sacramento.
La celebración común ha de hacerse en la Iglesia u otro lugar apropiado.
La celebración de la sagrada unción ha de estar precedida de una cuidadosa preparación pastoral.
Hacer que los asistentes participen a través de la oración, los cantos apropiados de manera que despierten  la solidaridad de  los fieles.


















martes, 29 de abril de 2014

UNCIÓN DE ENFERMOS, HISTORIA

SACRAMENTO DE LA UNCIÓN DE LOS ENFERMOS (HISTORIA)



  1. Significado de la Unción de los Enfermos
Aceite y unción (AT y NT)
En el Antiguo Testamento la unción se daba para separar a una persona para que realice un servicio especial que Dios le había encomendado; en particular era ungidos el Rey, el Sacerdote y el Profeta, en casos especiales también fueron ungidos los jueces y personas que Dios separaba para realizar tareas específicas.
También eran ungidos los utensilios del templo y sus diversas cosas en señal de consagración.
El sacramento de la Unción es el sacramento de la esperanza teologal, de la esperanza de entrar en la Gloria; de la entrega tranquila del espíritu en los brazos amorosos del Padre-Dios; en los brazos en los que Cristo entregó el suyo desde la Cruz. No de una esperanza que fija su meta en el bien físico de la salud corporal, sino de una esperanza teologal que tiene puesta la vista en la resurrección de ese cuerpo dolorido que ahora está ungido con el óleo, y en su destino final que es la Gloria.
No es un remedio terapéutico de la enfermedad del cuerpo, pero al infundirle fe y esperanza al enfermo, bien puede aliviarle suavizándole la enfermedad, haciéndola mucho más llevadera..., e incluso sanándola, si ello ha de redundar en bien del alma. (Esta doctrina está recogida en el Concilio de Trento, de acuerdo con la Tradición de la Iglesia)
En el sacramento de la Unción de los Enfermos se realizan dos gestos o signos que tienen un profundo sentido: la imposición de manos y la unción con aceite.
El mismo Jesús practicó el gesto de la imposición de manos sobre los enfermos (Mc 6,5; Mt 8,3; Lc 4,40) y lo encargó a sus discípulos (Mc 6,18), que lo practicaron habitualmente (Hch 9, 12.17; 28,8) Es un signo de la bendición que este sacramento confiere.
Respecto a la unción, los seguidores de Jesús, aún cuando estaban con él, ungieron a los enfermos (Mc 6,13) y el mismo Jesús utilizará otros símbolos como la saliva (Mc 7,32-33; 8,23; Jn 9,6) para devolver la salud. Esta unción con aceite simboliza la unción del Espíritu que conforta y auxilia en la enfermedad, identificando al cristiano con Jesucristo resucitado.
La Iglesia Apostólica tuvo un rito propio a favor de los enfermos, el gesto de la unción de los enfermos atestiguado por Santiago 5,14-15.
En la tradición bíblica el aceite es signo de alegría, de riqueza, de felicidad (Sal 23,5; 104,15; 133,2; Mi 6,15), pero también es considerado un alimento y una medicina capaz de resplandecer la salud o de aliviar los dolores (Is 1,6; Lc 10,34) y de dar fuerza. Precisamente por estas cualidades quien era ungido con aceite era capaz de llevar a cabo cosas extraordinarias, así Saúl (1 S 10,1-6), David (1 S 16,13; 2 S 23, 1-2) y también el Mesías (Is 61,1 = Lc 4,18). La unción es como el vehículo del Espíritu de Dios que reviste a las personas que el Señor ha escogido con la fuerza necesaria para corresponder a la vocación a la que él las llama.
La unción de la que habla Santiago es original en relación con el AT, no se identifica por completo con ninguna de ellas. Por ejemplo se extiende hasta la remisión de los pecados.
En el texto de Santiago es evidente el contexto de fe en que se realiza. La oración de fe, excluye toda concepción mágica de la eficacia del aceite. El resultado de la unción se atribuye a la oración. La unción con el óleo tiene una finalidad religiosa, es hecha en nombre del Señor. Unción en el NT significa: “mediante la fuerza del nombre del Señor que se invoca”, haciendo presente la acción salvadora del que curó a los enfermos y ahora está glorioso en el cielo. Más que por mandato o por voluntad instituyente de Cristo, es significando la presencia del Señor  que actualiza su salvación por la fuerza de la invocación  de su nombre. La salvación –efecto de la unción- de que habla el texto, interesa a todo el hombre, que pasa de la esfera de la muerte a la de la vida.
El texto de Santiago habla de una oración y de un rito, destinado a un enfermo grave, pero no a un moribundo. Se trata de un rito institucionalizado, desde el momento en que se llama a los presbíteros de la Iglesia. Tiene un carácter Eclesial y comunitario. La eficacia está unida a la oración de fe en el Señor Glorioso. Los efectos están indicados por los verbos “salvar” y “levantar”, que miran al hombre entero, no excluyendo la curación corporal, pero no se limitan solo a ella, y no la exigen necesariamente.
La tradición ha reconocido en este rito el sacramento de la unción de los enfermos. El texto de Santiago para ser comprendido en el sentido de sacramento de la unción, debe ser leído a la luz de la tradición viva de la Iglesia y no solo exegéticamente.
El sentido fundamental de este sacramento lo podemos concretar en estas afirmaciones:
   * A través del sacramento de la Unción, la Iglesia se dirige al Señor para pedir la salvación y el alivio de sus miembros enfermos, así como la fortaleza para aquellos que afrontan la debilidad de la vejez.
    * Por la Unción, el enfermo y el anciano se ven fortalecidos en su fe porque se hace patente la relación profunda que su situación guarda con la muerte y resurrección de Jesucristo.
    * Este sacramento perdona los pecados de aquel que lo recibe, haciendo presente la misericordia de Dios
    * La solidaridad y el servicio de la Iglesia para con sus enfermos y ancianos se concentran litúrgicamente en los gestos que se realizan en este sacramento.
Son receptores del sacramento:
    * Los fieles que por enfermedad grave o a causa de su avanzada edad se encuentran en peligro de muerte. El sacramento puede repetirse si el enfermo recupera de nuevo sus fuerzas después de recibir la Unción de los Enfermos o si durante la misma enfermedad se presenta una nueva recaída.
    * Los que vayan a someterse a una intervención quirúrgica como consecuencia de una enfermedad peligrosa.

Efectos de este Sacramento
    * Un don particular del Espíritu Santo. La primera gracia es de consuelo, paz y ánimo para vencer las dificultades propias de la enfermedad o la fragilidad de la vejez. Es un don del Espíritu Santo que renueva la confianza y la fe en Dios y fortalece contra las tentaciones del maligno, como el desaliento y la desesperación.
    * El perdón de los pecados. Pues se requiere además el arrepentimiento y confesión de la persona que recibe el sacramento.
    * La unión a la Pasión de Cristo. Se recibe la fuerza y el don para unirse con Cristo en su Pasión y alcanzar los frutos redentores del Salvador.
    * Una gracia eclesial. Los enfermos que reciben este sacramento, uniéndose libremente a la Pasión y Muerte de Jesús, contribuyen al bien del Pueblo de Dios y a su santificación.
    * Una preparación para el paso a la vida eterna. Este sacramento acaba por conformarnos con la muerte y resurrección de Cristo como el bautismo había comenzado a hacerlo. La Unción del Bautismo sella en nosotros la vida nueva, la de la Confirmación nos fortalece para el combate de la vida. Esta última unción, ofrece un escudo para defenderse de los últimos combates y entrar en la Casa del Padre. Se ofrece a los que están próximos a morir, junto con la Eucaristía como un "viático" para el último viaje del hombre.





  1. Historia de la liturgia de la unción de los enfermos
En la Iglesia Latina se distinguen cuatro periodos.
  1. Época apostólica y sub-apostólica a la época de la reforma Carolingia (finales del siglo VIII)
  2. Desde la época Carolingia hasta el concilio de Trento
  3. Desde Trento y ritual pos-Tridentino hasta las exigencias de renovación del C VII
  4. Época actual: Concilio V II y el pos-concilio
2.1.               Desde la época apostólica hasta la reforma carolingia
En este periodo solamente encontramos fórmulas de bendición del óleo y testimonios sobre su uso, pero no rituales propiamente dichos.
El primer documento la Tradición Apostólica, de principios del siglo III atribuida a Hipólito de Roma (+325). Antes de este documento los testimonios sobre la unción son muy escasos y poco seguros.
Después de haber citado la plegaría eucarística Hipólito añade: “si alguien ofrece óleo que (el obispo) dé gracias lo  mismo que para la oblación del Pan y del vino –que se exprese no en los mismos términos, sino en el mismo sentido- diciendo: al igual que santificando este óleo das, oh Dios, la santidad a los que son ungidos con él y lo reciben ( éste óleo) con el que ungiste a reyes, sacerdotes y profetas, que dé también fortaleza a quienes lo prueben (gustantibus) y salud a cuantos lo usen (utentibus)”.
No es claro que se trate de una bendición específica de un óleo para los enfermos, sino que se bendice óleo para todos los usos. En cuanto al uso la fórmula dice que el óleo puede ser “probado”, “usado” o “recibido”. El efecto firmado es la “fortaleza”  (confortationem) y la “salud” (sanitatem). No dice nada con respecto al ministro del óleo bendecido. Lleva consuelo y salud.
Los sacramentarios romanos Gelasianos (Gev) y Gregoriano (GrH), nos han transmitido la fórmula romana Emitte, cuya composición data por lo menos del siglo V. es una fórmula epiclética que invoca al Espíritu Santo sobre el aceite. Se invoca al Espíritu Santo de quien el óleo y la unción son signos. El modo de usar este óleo varía: unción (ungenti), bebida (gustanti), aplicación (tangenti). No se dice quien lo aplica, pareciera que fuera el mismo enfermo. El efecto es la curación de todo el mal del cuerpo y del espíritu.
Otros testimonios, la Carta de Inocencio 1 a Decencio, obispo de Gubbio, del 19 de marzo de 416: En la carta se subraya la importancia fundamental de la bendición del óleo por el obispo; se determina que el texto de Santiago debe entenderse como referido a los fieles enfermos (excluidos sin embargo los penitentes públicos, porque el óleo pertenece al "genus sacramenti") que pueden usar el óleo para sus necesidades personales (y, por lo tanto, no sólo los presbíteros).
Es asimismo interesante para la iglesia de la Galia la predicación de Cesáreo de Arlés (s. vi) que considera la unción en el contexto de la lucha cristiana contra los ritos mágicos paganos de curación, presentándola como el remedio más seguro y más fuerte, porque es el signo de Cristo, el principal y más fuerte antagonista de las fuerzas diabólicas. Es evidente que, aun desde una perspectiva de fe, el pensamiento de Cesáreo tiene el peligro de asumir un significado ambiguo, especialmente cuando debe subrayar que la unción produce sobre todo efectos corporales. Cesáreo habla también del perdón de los pecados, en particular de los que son causados por las prácticas paganas. La bendición del óleo está reservada a los presbíteros, pero los fieles pueden usarlo libremente.
La iglesia, al prolongar la acción de Cristo con los enfermos, valora el uso y la confianza de los pueblos mediterráneos en las virtudes curativas del aceite de oliva y bendice así el óleo que se usaba para los enfermos. Sin embargo, el acento se pone en la bendición del óleo (caracterizada por la solemne epíclesis), que los laicos pueden aplicar a los enfermos y que los fieles enfermos usarán en caso de enfermedad, en comunión con la iglesia; en Roma, a partir del s. vii, la bendición se pide solamente al obispo el jueves santo. Además, el texto de la carta de Santiago, sobre todo a partir de Inocencio I, se introduce en las oraciones litúrgicas para la bendición del óleo y se convertirá en la fuente inspiradora de los rituales que poco a poco se van formando en este momento. Finalmente, la relación eucaristía-unción es evidente: esta relación hará, al menos en la época pre-carolingia, que la unción no se interprete como un sucedáneo de la medicina, casi como una medicina cristiana, ni tampoco como una intervención milagrosa, sino como un recurso a la iglesia, signo de Cristo, salvador del hombre integral, al que debemos abrirnos en la fe.
De las diversas fórmulas de bendición del óleo contenidas en los sacramentarios, así como de los testimonios de  los autores eclesiásticos de los siglos V_VIII, podemos entresacar los elementos esenciales que caracterizan dicho periodo hasta la reforma carolingia:
  1. Disponemos –desde el siglo III- de fórmulas de bendición del óleo para los enfermos.
  2. El ministro de tal bendición es el Obispo, que la realiza durante la plegaría eucarística.
  3. El óleo consagrado por el Obispo recibe del Espíritu las virtudes sanadoras.
  4. De los escritores eclesiásticos surge la praxis de aplicación del óleo, es decir, la unción. La misma realizada no solo por los presbíteros sino también por los laicos.
  5. Los destinatarios son los enfermos, cualquiera sea su enfermedad, y no solo los enfermos graves, y menos sólo los moribundos.
  6. La curación corporal es el efecto principalmente invocado. Pero se mira siempre la salvación de todo el hombre: alma, espíritu y cuerpo. Al efecto espiritual y de perdón de los pecados se le da una importancia relativamente secundaria.
  7. No tenemos un ritual para la unción.

2.2.               Desde la reforma carolingia hasta el concilio de Trento
El periodo que va desde el siglo VIII- XII se caracteriza por una rica documentación en la praxis de la unción que muestran cambios importantes en la concepción y sentido, en la aplicación y celebración, en el ministro y en los sujetos de este sacramento.
En este periodo de la Iglesia Latina proliferan los rituales, tomando como base los textos gelasianos y gregorianos del tratamiento de los enfermos. La novedad de los rituales no consiste en la bendición, sino en los ritos de aplicación del óleo o administración del sacramento. Bendición y aplicación, constituyen el sacramento, pero la centralidad la adquiere la aplicación ritual.
El papel de los presbíteros. El clero asume cada vez más un papel determinante; además se le reserva la unción (a este propósito, piénsese en el significado y la importancia que tuvo, para la reforma carolingia[1], la reforma del clero[2], y en la unión cada vez más estrecha entre penitencia sacramental y unción, con el consiguiente incremento del papel determinante del sacerdote en el proceso penitencial y, por tanto, también en la administración de la unción).
Los efectos. Se ponen cada vez más de relieve los efectos espirituales de la unción (sin embargo, esto no significa que ya no se piense en el efecto corporal), vistos, sobre todo a partir del s. x, como purificación del mal: los sentidos se ungen no en cuanto, enfermos, sino en cuanto instrumentos del pecado. En efecto, la enfermedad, en este tiempo, se considera progresivamente como ocasión para la conversión de los pecados y como momento de reconciliación con Dios, que exige la intervención del ministerio sacerdotal: piénsese, por ejemplo, en los decretos del concilio Lateranense IV, que prescriben "quod infirmi prius provideant animae quam corpori" (COD, pp. 221s).
 La unción "ad mortem'. La evolución más importante y significativa proviene del deslizamiento generalizado del rito de la unción hacia el momento de la muerte, causado por la asociación de hecho de la unción con la penitencia ad mortem y con el viático. Esta praxis provoca el desarrollo de una teología de la unción que pone de manifiesto, de un modo cada vez más unilateral, la perspectiva de la unción ad mortem: así la unción, ritualmente unida a la penitencia ad mortem, aparecerá como la culminación del rito de la reconciliación (no por casualidad se transfiere a la unción la problemática penitencial de la repetibilidad, de los entredichos...). La praxis llega así a la denominada extrema unción, pero sin que la mayoría de los textos litúrgicos sufra en su contenido modificaciones similares a la evolución del rito hacia la muerte; en efecto, todavía hablan de alivio y de la vuelta del enfermo a las actividades de la vida normal.
Los rituales presentan la siguiente secuencia ritual: entrada en la casa, bendición del agua y aspersión de la misma, confesión y ritos de penitencia (salmos, oraciones), unciones y viático con sus oraciones correspondientes y una bendición del enfermo.
Entre el s IX y s XI los rituales vinculan cada vez más la unción con la reconciliación penitencial recibida a la hora de la muerte: la penitencia ad mortem. Dada la rigurosa disciplina penitencial los cristianos dejan la confesión hasta el momento en que se ven  ya en trance de morir y no  queda la menor esperanza de recuperar la salud.
Costumbre que se mantiene hasta el Concilio Vaticano II, no recibir la unción sino en el artículo de muerte y como complemento de la penitencia. De ahí que se hagan las unciones en los órganos de los sentidos considerados como instrumentos de pecado, acompañados de fórmulas deprecativas que piden el perdón de los pecados cometidos por ellos, se acentúan los efectos espirituales de la fortaleza espiritual y el perdón de los pecados y se va marginando el efecto corporal sanativo.
La unción viene a ser considerada como un sacramento de preparación a la  muerte y solamente a los moribundos.
A partir del s XIV comenzó a celebrarse la unción después del viático. La unción que ya había llegado a ser la última penitencia, fue comprendida entonces como el último de los sacramentos antes de la muerte. Llegó a ser más que nunca la “extremaunción”.

Los rituales latinos de la unción se clasifican en tres tipos: según la  manera como organizan la aplicación del óleo bendito (formula, numero y lugar de las unciones):
  1. Los rituales del primer tipo son los más antiguos (s VII). En ellos se emplea una o diversas fórmulas en indicativo, en el momento de la aplicación o unciones, cuyo número no es siempre el  mismo y cuyo lugar no se especifica.
  2. Los rituales del segundo tipo (s IX) acompañan cada unción con una fórmula propia, pero las unciones no se limitan todavía a los cinco sentidos, y las fórmulas suelen ser indicativas.
  3. Los rituales del tercer tipo (finales del s X) reducen casi siempre las unciones a los cinco sentidos, y a cada unción acompaña una fórmula deprecativa. Cada vez más estas fórmulas se asemejan a las de la absolución penitencial.
Hay que observar que casi siempre los rituales, prescriben además de las unciones, una imposición de manos, destacada por la unción que la acompaña.

. LOS SS. XII-XVI (LA REFLEXIÓN ESCOLÁSTICA). Elementos generales.

a) La estrecha relación entre unción y disciplina penitencial. Ya era una praxis. Está claro por esto la conexión con la disciplina penitencial y con el peligro de muerte como condición previa para recibir el sacramento. Visón teológica con perspectiva escatológica, conclusión de la vida cristiana comprendida como curación espiritual, y que engloba, en analogía con la sucesión de tres ritos de la iniciación cristiana, una sucesión paralela de tres ritos de una especie de iniciación escatológica: penitencia, viático y unción.
b) La interpretación de Abelardo relaciona, por una parte, la unción con el bautismo (unción bautismal), y por lo tanto con la idea de consagración; y, por la otra, con la penitencia, y por ende con la remisión de los pecados. La primera relación abre la perspectiva de la unción como complemento de la consagración bautismal, en el sentido de que la consagración bautismal inicia a la vida cristiana en su fase terrena; la unción, por el contrario, completa, es decir, pone fin a la vida cristiana, preparando al fiel para la vida futura y garantizando un especial fulgor al cuerpo en la resurrección. La unción, calificada ya como extrema unción, prepara al hombre para la visión divina. La segunda relación no hace otra cosa que explicitar la progresiva fisonomía penitencial que ya estaba asumiendo la unción.

c) Interpretación franciscana (Buenaventura, In IV Sent., 1. IV, a. 1, q. 1, y Duns Escoto, In IV Sent., 1. IV, d. 2; a. 2; d. 23; a. 1). Para Buenaventura el sujeto de la unción no es el enfermo, sino el moribundo, considerado como "venialmente pecador". La unción, pues, actúa sobre los pecados veniales, para purificar radicalmente al hombre en ese ámbito de pecados difícilmente vencibles durante la existencia terrena; además se convierte también en alivio del alma del moribundo, hasta redundar, de algún modo, en beneficio de la psicología y del cuerpo del moribundo. Duns Escoto considera la unción como el sacramento que perdona todas las culpas veniales con vistas a la entrada inmediata en la gloria; por esto solamente puede ser administrada en el último instante (en el que ya no se puede pecar más) o también cuando se ha perdido la conciencia.
d) A nivel de celebración. Litúrgicamente, la praxis se va orientando hacia un tipo único de ritual; en particular vale la pena recordar el contenido en el Pontifical Romano del s. xnl, que influyó ciertamente en la reflexión escolástica. Este tipo de ritual contiene, concentrados en sucesión continua, los ritos ad mortem. Pero será preciso llegar al s. xv para que se generalice, incluso ritualmente, la unción después del viático.

3.3.        Trento y el ritual postridentino
Los ss. xvi-xx.
a) El concilio de Trento: la unción se entiende como "consummativum" no sólo de la penitencia, sino de toda la vida cristiana considerada como una penitencia continua (= lucha continua contra el pecado). En segundo lugar, el concilio sitúa la unción dentro de la economía de los sacramentos, presentados como "remedios para la salvación" y poderosos instrumentos para la lucha cristiana; por eso la unción es la ayuda querida por Cristo (promulgado en el texto de Santiago) para la situación característica del "final de la vida". Finalmente se debe tener presente la pluralidad de efectos (espirituales y corporales) indicada por el concilio, y la importancia concedida a la necesidad del ministerio ordenado para la administración del sacramento (que debe comprenderse en el contexto de la necesidad de tomar posiciones contra la eclesiología protestante).
b) El ritual de Pablo V (1614). A pesar de las intenciones conciliares de volver, con la realización de la reforma de los libros litúrgicos, a la antigua tradición, también el ritual de la unción (título V del Rituale Romanum de 1614) consagra la fijación medieval en su evolución litúrgica, subrayando el tono penitencial y la conexión con la muerte, aunque algunos textos litúrgicos expresan los temas de la tradición antigua (la primera y la tercera de las oraciones finales del rito). Son ciertamente muy apreciables los principios pastorales contenidos en el título VI del Rituale, para la visita y el cuidado de los enfermos.
c) Los ss. xix-xx. Mientras que los siglos posteriores a Trento se mueven sustancialmente en la óptica tridentina, la discusión teológica relativa al sacramento se organiza en torno a dos grandes escuelas: la alemana (Scheeben, Schell, Kern, Schmaus, Rahner), que retorna la tradición teológica medieval, particularmente la interpretación abelardina de la unción como sacramento de la preparación para la muerte y del paso a la vida eterna; y la francesa ("Maison-Dieu", Botte, Ortemann, Sesboüé), que pretende recuperar la praxis y la teología subyacente de la unción de la iglesia antigua antes de las transformaciones de la época carolingia.


[1] Por r. c. se entiende el complejo de actividades que en los s. viii y ix desplegó, o por lo menos promovió la dinastía real carolingia para purificar de deficiencias y depravaciones a las instituciones eclesiásticas, a la vida interna de la Iglesia, a las costumbres del pueblo cristiano, y también al sector secular del corpus christianum, y para someterlos a la norma obligatoria de la fe cristiana, a la norma rectitudinis.
[2] La reforma fue iniciada por Bonifacio y Chrodegang de Metz, continuada por Carlo Magno, seguida por Ludovico. La reforma se orientó hacia la restauración de las agrupaciones diocesanas, que se habían deshecho bajo los merovingios, se planteó con tanta claridad como la de la subordinación del clero a los obispos.
A la reforma interna iban destinadas las prescripciones morales para el clero y para el pueblo. Respecto de los sacerdotes se urgió la prohibición de llevar armas y también la obligación del celibato. Respecto de los seglares, se insistió en la prohibición de prácticas paganas y en la observancia del derecho canónico relativo al matrimonio. Después de la muerte de Bonifacio, Chrodegang acometió con decisión los planes de reforma. Por primera vez se logró una clara división de los eclesiásticos en dos órdenes: clérigos (regla de canónigos) y monjes.
En la Legislación de Carlo Magno, la reforma fue una meta pragmática, alcanzar la rectitudo, que había de penetrar todas las esferas de la vida. Continuo la reforma inicada por Bonifacio: la renovación de los antiguos derechos de la Iglesia Diocesana, se profundizó en la clara división entre el clero secular y regular y se fomentó la homogeneidad de la vida eclesiástica las comunidades monásticas debían componerse de canónigos o canonesas, o bien de monjes o monjas. Para aquéllos debía fijarse como norma obligatoria la Vita Canonica basada en la regla de Chrodegang, y para éstos la Regula Sti. Benedicti (Asamblea imperial de Aquisgrán, 802). Reforma litúrgica y canónica.
Ludovico Pio, continúa con la reforma, en su tercera fase. Se creó la estructura de una Iglesia nacional y unitaria…